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miércoles, 15 de noviembre de 2017

La pasión de él.

Llevo un rato preguntándome si tienes una cámara oculta en mi mente, o si eres vidente.
Cien veces he descrito yo esos momentos de pasión, y en las cien he acertado de lleno.
Tu mente ha repetido, cual fotocopia en 3D mis pensamientos, y mi forma de describirlos.
Hay una parte, menos intensa en mis efusiones, pero no por ello menos importante y placentera.
Es ahí donde se sellan y consolidan los sentimientos.
Tiempo de zozobra, de palabras incoherentes al oído, que un profano no sabría definir.
Unas palabras transmitidas en susurros orales, y otras percibidas en un tipo de lectura Braille, que transmiten la yemas de mis dedos, y que reciben e interpretan los sensibles nervios de tu piel.
Mandando mensajes al cerebro, o lo que nos queda de lucidez, estímulos prometedores, de fantasías y juegos de cama, de mesa o donde buenamente pueda ser.
Y a esos susurros, y esas caricias prietas pero con ternura, añado besos en tu nuca, hasta hacerte estremecer, me acerco a tus hombros, lamiendo las gotitas de sudor, que afloran de tu piel.
Mis dedos buscan a tientas, tus dos avellana ya algo apaciguadas, y que se han retraído levemente.
Las encuentro y atrapo entre mis dedos, con la misma pasión que un niño acaricia sus primeras canicas, las cuales respondiendo a los estímulos, nuevamente comienzan a crecer.
Luego me embeleso acariciando tu ombligo, intentando emular a una pelota de Golf, que traza círculos al rededor de agujero, para entrar un poquito en él.
Mi periplo erótico continúa, y se acerca a tu Monte de Venus. Qué acertados estuvieron los dioses con ese apelativo.
Tu pubis, con unos preciosos y ensortijados vellos, me hacen caer en la tentación de peinarlos, pero con mis dedos en guisa de peine.
No soy muy diestro en peinar, pero un gran experto en Despeinar, enredar y hasta trenzar minis trenzas femeninas, me quedan muy coquetas y muy finas.
Pero mis manos traviesa, algo atrevidas pero no mezquinas, se empeñan en deslizarse por ese tobogán, que lleva hasta tu esencia.
La contengo a duras penas, pues ella se empecinan, en hacer geología en la cavidad que tienes escondida.
Menos mal que la contengo, bajo la promesa de un fruto maduro, que sonrosado despierta y sale de su vaina.
Qué flor tan apetitosa, qué delicadeza y qué fina, alcanzando varios tonos, el rosado predomina.
Mis manos por fin comprenden, que esa flor tan divina, no solo es para dedos, y ha de ser compartida.
Mis labios de comportamiento recto, encierran una lengua lasciva, que con avides se abalanza, sobre esa cosa divina.
Clítoris tiene por nombre, yo le llamo campanilla, pues cuando emerge el badajo, es que la cena está servida.
Y como muerto de hambre me acerco con avidez, mi lengua se vuelve loca, y thú loca de placer.
Y ya pierdo la cuenta, el tiempo no vale nada, solo nos importa sentir, tu clítoris entre mis labios, succionando con buen ritmo, y él saliendo y entrando.
Es una masturbación especial, donde solo actúan los labios y mi lengua acaricia la punta de esa delicia, y quedamos extasiados.
En mi afán de imitar, las gestas de Indiana Jonnes, me presto a explorar, tu caverna del Amor. Mando como guías, mis dedos Índice y corazón, el índice para que me indique, la correcta dirección, y el corazón explora, pues por algo se llama corazón, si es apto e indicado, para hacerte el Amor.
Salen fuera mis guías, y me vienen a informar, que nunca han visto una cueva tan apta para gozar. Y antes de cambiar de postura, pues a mi me gusta la variedad, menos hacerlo a oscuras.
Le dedico unas caricias con un suave masaje anal, a ese culito tan bello, y que tanto me ha de excitar.
Nos tumbamos de lado.
Tu espalda contra mi pecho.
mi brazo izquierdo te sirve de almohada, y el derecho te acaricia la espalda.
Mientras te levanto una pierna y la dejo suspendida, reposando sobre las mías.
Mi pene está más duro, el el "Pito" de un novio sin estrenar,
Y busca el solo tanteando, tu vagina para entrar.
Dios qué cosa más buena.
Como vamos a gozar.
Mientras poco a poco y con delicadeza, mi pene entra hasta el final.
Las paredes angelicales, están tan lubricadas, que siento un placer inmenso, solo con restregarlas.
Tu belleza interior sale al encuentro de mi guerrero que profana con dulzura tus adentros.
Nuestros gemidos empiezan a coger volumen, grados la habitación.
No puedo resistirme coger un pecho tuyo, delicia perversa de sensualidas y sexualidad.
Tú me agarras con fuerza, haciendo mas fuerte mis embestidas.
Gritas más! quiero más!
La locura se apodera de nuestra consciencia y ya solo somos dos cuerpos fusionados, empalados por un instinto que es sublime.
Sigo entrando en ti, agarro tus caderas y el éxtasis empieza a llegar en oleadas salvajes.
No hay vuelta atrás.
Es todo o nada.
Mi miembro ya es un mar de orgasmos y eyaculación.
Tú también llegas, noto esa calidez húmeda de tu interior, los espasmos rítmicos del orgamos conjunto.
Nuestras respiraciones cambian, y nuestros cuerpos se agitan suavemente eternizando los sentidos y el sentir.
Y nos quedamos abrazados, sobran palabras, sobran ya las caricias.
Solo es el sentir.
Sigo dentro, mi pene no desea salir de ti, del paraíso, y no afloja en su dureza.
Nos movemos sintiendo tiernos estremecimientos.
Beso tu espalda, toco tu vientre voluptuoso.
No quiero que acabe nunca.
Quiero más de ti, todo hasta tu vida.
Tú, con los ojos cerrados y tus manos en mi, me prohibes deshacernos.
Te muerdes los labios ante estos placeres tiernos como una flor.
Y como los corazones vuelan, nuestras mentes caen en el sopor del sueño, así, unidos.

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