Páginas

lunes, 29 de febrero de 2016

Recuerdos

Ahora, desposeída de la consciencia, abro el baúl de mis recuerdos, y ahí estás tú.
La joya más bella y más brillante.
La que más amo, la que más llevo en mi corazón.
Eres tú, adornaste mis noches con lunas y estrellas, y rayos de plata pura.
Eres tú, adornaste mis días de cielos sin nubes, cielos azules, prístinos sin mancha ninguna.
Eres tú, adornaste mi cuerpo de ensueños, de vibraciones pasionales, de noches mirando tu hermoso rostro.
Eres tú, calor de mis fríos, compañía de mis soledades, sueños de mis desvelos.
Eres tú, fuiste la luz de mis oscuridades, la paz de mis inquietudes, la tranquilidad de mis miedos.
Y todo eso se esfumó, la realidad partió la esperanza de ser feliz.
La crueldad venció la inocencia.
Y yo me perdí, me rendí, me derroté.
Ya lejos de ti, solo me queda este baúl, donde atesoro esos momentos, esos instantes de felicidad, tan fugaces como estrellas en movimiento...
Déjame soñar, con tus labios, tus besos, tu aliento.
Déjame sentir en mí, tus manos, tus brazos, el calor de tu cuerpo.
Déjame las miradas, tus palabras, tu movimiento.
Déjame recordar el elixir de pasión que anegaba mis entrañas y embotaba mi cerebro...
Déjame, déjame recordar...

Gaviota

Gaviota, abre tus alas,
coge el viento y vuela alto.

Gaviota, mira con tus ojos
el horizonte infinito.

Gaviota, hincha tu pecho
con la libertad.

Gaviota, grita la felicidad de volar por el mar y la espuma.

Gaviota, grácil y bella,
a la cual miro envidiosa.

Gaviota, dile al cielo
que vuelo junto a ti.

Gaviota, que tu graznido
sea la oración por ser felíz.