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sábado, 4 de marzo de 2017

El silencio del alma

Al amanecer, se oía el suave roce de la ropa deslizándose por el cuerpo tiritando.
La larga falda cayó hasta el suelo, y el pelo se cubrió.
Capas suaves y crujientes la envolvieron.
Sus cabellos quedaron ocultos en blanco y negro.
Y un rosario se colgó de su cintura.
Sus pies, en sudarios blancos, se deslizaron en los humildes zapatos de suela plana.
Termino de arreglarse, y cayó arrodillada en el reclinatorio.
Y el rosario empezó a deslizarse en su boca, en su mente, en su alma y en sus manos.