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miércoles, 2 de septiembre de 2020

Noche en tu cuarto


Me ata el sueño a tu cama, a tus brazos, a tu cuerpo. 
Y en medio de ese limbo del descanso, me despierto. 
Siento tu presencia pues mis ojos están cerrados por el peso del veneno de Morfeo. 
Levemente siento un hormigueo que recorre mi cuerpo en esos velos del deseo que me hace girar a ti y buscar tu sexo. 
Siento tu aliento, siento tu pecho, siento tu carne que se expande en mis manos. 
Te deseo.
Rítmicamente te despierto y en tu respiración encuentro el jadeo. 
Máxima expresión de tu miembro al contacto de mis caricias y ya ardes cuando yo quiero. 
Te incorporas y yo me tumbo esperado el éxtasis de tus fueros. 
Amo tu cuerpo, amo tu alma, amo tu contacto experimentado en mi piel en las sombras de tu cuarto. 
Abro mis piernas mientras tú entras en mi cielo. 
Cabalgas en mí como un jinete en busca del mayor tesoro que la pasión nos ofrece en los pecados. 
Gimo, te acaricio, te llamo, te quiero adentro. 
Mis ojos se vuelven a cerrar pero del querer que siento. 
Querer que te ahogues en las humedades de mis cavidades, de mi pozo que rezuma el perpetuo placer que la existencia da como regalo. 
Nos llega el orgasmo en silencio. 
Un suspiro sale de mis labios y la calma llega en forma de besos. 
Estamos juntos, quietos.
Sin palabras, solo sentimientos. 
La Lujuria ha mandado y nosotros, esclavos del momento. 
Mis ojos se cierran, mis ojos se vuelven otra vez ciegos en el recuerdo dulce de un encuentro deseado. 

Noche en tu cuarto, sin olvido y queriendo.