Páginas

lunes, 11 de julio de 2016

Y estabas allí...

Pienso en tu dulce piel, aquella que me diste para amarla.
Soles al amanecer, adoran nuestros amores.
Mis cabellos me atan a tus dedos, henchidos de suculentas caricias, a tus ojos de miradas lascivas, a tu respiración entrecortada.
Sabanas blancas, cuales fantasmas de nuestras perturbadas mentes, crujen silenciosas bajo nuestros cuerpos cálidos y amantes.
Besos fugaces, lenguas húmedas, alienta el palpitar de los corazones.
Ansío esa presión en mis entrañas, en mis pechos, en mi centro de la vida, y notar como tu locura y la mía, se impone a la consciencia.