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sábado, 28 de junio de 2014

Sirena.




Nandia era una sirena muy especial.

Tenía el pelo negro como las profundidades del mar y sus ojos eran claros de un intenso azul.

Su cuerpo era blanco y translucido como el nácar, cubierta de pequeñas escamas iridiscentes en color rosado. Toda ella parecía delicada, como sus agallas para respirar.

Allí donde tenía que tener piernas tenia un cuerpo de escamas grandes y duras de color verde esmeralda y la remataba una potente cola partida.

Ella nació entre el coral rojo como la sangre y aunque era del mar sentía el impulso de salir afuera y ver un mundo más allá del suyo.

Como otros sirenos, Nandia había escuchado desde su infancia historias sobre los humanos que andaban con dos piernas en vez de cola y que respiraban aire en vez de hacerlo a través del agua.

Oía cosas buenas y cosas malas.

Pero sobre todo imaginaba cuales eran los límites que estaban por encima de ella.

Sabía de las estrellas pero no había visto ninguna todavía. Había escuchado como el Sol calentaba la superficie, sabía de la Luna, que era como del color de su piel, navegaba a través del agua invisible y transparente del cielo.

Nunca se les había prohibido subir, ni se les había prohibido el trato con los humanos, pero ya el salir ahí, fuera del liquido elemento, suponía un riesgo enorme de dejar la vida en el intento.

Nandia creció y se hizo una sirena adulta.

Y con ella creció el deseo imperioso de ver, aunque fuese una sola vez, esas maravillas tan extrañas y lejanas a su vida.

Un día su impulso no pudo ser retraído. Vivía en un mar en relativa calma. Sabía de muchas islas que podría salir con cierta tranquilidad y la hora elegida sería la noche cuando la negrura lo abarcaba todo.

Se había estado mentalizando de como podría respirar sin su preciado líquido, decidió al fin, estar sumergida en una playa en apenas unos centímetros, los suficientes para poder respirar.

Sus amigas sabían de ese deseo oculto y le alentaban a llevarlo a termino pues ya tenía edad de hacer realidad ese deseo.

Nandia, por fin, se decidió y eligió una noche de verano en que la calor le apetecía sentir en su frío cuerpo.

Y decidida, y sin decir nada a nadie, ascendió suavemente y sin prisas, a primera hora de la noche cuando hacía un buen rato que el Sol había desaparecido del firmamento. No sabía si se iba a encontrar lo que buscaba, si vería lo que quería ver, si algún humano la sorprendería en su refugio acuático.

-Qué más da! -se dijo a si misma-.

El impulso era mas fuerte que sus miedos.

Y al fin llego a esa superficie...

Primero alargó una mano blanca y muy fina, con una membrana entre sus bellos dedos tan transparente que apenas se apreciaba, la saco del liquido elemento y sintió que algo ligero se los golpeaba y un vacío que la estremeció.

Es el aire, la atmósfera que había en cielo que había por encima del agua.

Sus ojos azules, eran casi negros al igual que las profundidades mas profundas, buscaban cualquier forma que se pudiese distinguir entre las olas, y la tenue luz de la noche la deslumbraba por doquier.

Siguiendo el lecho del mar fue acercándose a la orilla, mirando con interés todo aquellos que se cruzaba ante si.

Sus oídos apenas que le sobresalían, estaban alertas.

Su pelo, largo y lacio, parecía una estela en el mar. Siempre adelante, sin mirar atrás.

PASAR AL AMOR



Pasar al amor como un bello amanecer.
Pasar al amor es descubrir una sonrisa.
Pasar al amor es mostrar tus manos tal cual son.

Escuchar una melodía en un bosque fragante y deleitarse con su armonía.
Coger la arena y contar sus diminutos granos mientras el mar acaricia con la brisa el alma tranquila.
Ver las estrellas en el centro de la ciudad, acostado en la rotonda de la esquina.


Es mostrar una mariquita a un niño inquieto y curioso.
Soplar ese diente de león hasta quedar sin aliento mientras se ríen a tu alrededor.
Correr sin parar por esa fuente que empapa y ahuyenta la rutina.


Pasar al amor es vivir fuera de ti y, sobre todo, de los demás.
Decir no al dolor, que nos provoca al tristeza.
Pasar al amor es gastar el tiempo tumbado en el sofá tapado con una manta en invierno.


Saber cuando las obligaciones dan paso a las devociones.
Pasar al amor es tener tu propio tiempo y espacio para volar lejos.
Saber mirar de frente a las personas.


Hablar tan alto que todo el mundo te oiga!
Castigar a los dictadores que nos rodean con una flor en el pelo.
Correr hasta caer exhaustos por el simple hecho de notar la respiración y el cansancio.


Hacer silencio hasta que oír el ruido de la nevera.
Comer el postre preferido sentado en el suelo.
Viajar hasta el infinito con nuestra mente prodigiosa.


Pasar al amor es hacer todo aquello que deseamos y nunca hacemos.

Fondo de serenidad





Alcanzo el deseo de sumergirme en la oscuridad…

Sumergirme en la inmensa profundad del olvido, alcanzando un fondo de serenidad.

Noto que mi cara esta hacía arriba en la nada, y mis manos tocan la aspereza de mi eterno lecho.

He dejado en mi suave caída los lastres etéreos de las tristezas, soledades, odios, amarguras y llantos, burbujas de aire salidas de mi pecho…

Me siento libre de unas ataduras que me ahogaban.

Mis ojos se acostumbran a esta oscuridad bienvenida y atisban un poquito de luz a la que apenas hago caso.

Mi pecho ya es un todo con el líquido elemento, no más esfuerzos, no más pesadez, todo es liviano y fresco.

Noto como mi corazón aún late, como negándose a morir.

Mi mente está alejada de las continuas mareas de la realidad, zambullida en los sueños de la infancia y juventud, cuando la inocencia corría por mis venas almáticas. 

Mi espíritu recupera esa vibración original y poderosa liberada de tanta opresión materialista y emocional.

Estoy en el universo que quiero estar, en el seno de mi Dios.

Y vuelvo a sentir ese fuego que me devoraba entre las paredes de mis oraciones y contemplaciones.

Ese silencio lleno de palabras y comunicación entre yo y el Cosmos. 

Liberada de las iniquidades de otros seres, llenos de egoísmos, ambiciones, envidias e idolatrías.

Personas que solo saben llenar su existencia de ruidos, cosas materiales y adicciones.

Gente que solo busca gente para suplir necesidades emocionales ante una vida que no saben nada de ella.

Deseo este lugar, apartado e infinito.

Deseo recuperar ese interiorismo que me hace sentir vida. Esa paz que solo se haya entre silenciosos muros.

No más hombres que solo ven su propia necesidad, no más hombres que solo desean utilizar.

No comprenden mis palabras, ni saben que es lo que dice mi mirada. 

Lo comprendí muy tarde, tuve que perder mi religiosidad, mi ser de mujer para perderme totalmente.

Ya ni soy, ser espiritual ni mujer, todo me lo han matado, disfrazándolo de que el mundo real es lo único que es lo que vale.

Me siento aquí, flotando en mi Nada.

Estoy aquí, haciendo mis sueños una realidad.

Mi Vacío. Mi amante, mí querido compañero…