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miércoles, 15 de noviembre de 2017

La pasión de él.

Llevo un rato preguntándome si tienes una cámara oculta en mi mente, o si eres vidente.
Cien veces he descrito yo esos momentos de pasión, y en las cien he acertado de lleno.
Tu mente ha repetido, cual fotocopia en 3D mis pensamientos, y mi forma de describirlos.
Hay una parte, menos intensa en mis efusiones, pero no por ello menos importante y placentera.
Es ahí donde se sellan y consolidan los sentimientos.
Tiempo de zozobra, de palabras incoherentes al oído, que un profano no sabría definir.
Unas palabras transmitidas en susurros orales, y otras percibidas en un tipo de lectura Braille, que transmiten la yemas de mis dedos, y que reciben e interpretan los sensibles nervios de tu piel.
Mandando mensajes al cerebro, o lo que nos queda de lucidez, estímulos prometedores, de fantasías y juegos de cama, de mesa o donde buenamente pueda ser.
Y a esos susurros, y esas caricias prietas pero con ternura, añado besos en tu nuca, hasta hacerte estremecer, me acerco a tus hombros, lamiendo las gotitas de sudor, que afloran de tu piel.
Mis dedos buscan a tientas, tus dos avellana ya algo apaciguadas, y que se han retraído levemente.
Las encuentro y atrapo entre mis dedos, con la misma pasión que un niño acaricia sus primeras canicas, las cuales respondiendo a los estímulos, nuevamente comienzan a crecer.
Luego me embeleso acariciando tu ombligo, intentando emular a una pelota de Golf, que traza círculos al rededor de agujero, para entrar un poquito en él.
Mi periplo erótico continúa, y se acerca a tu Monte de Venus. Qué acertados estuvieron los dioses con ese apelativo.
Tu pubis, con unos preciosos y ensortijados vellos, me hacen caer en la tentación de peinarlos, pero con mis dedos en guisa de peine.
No soy muy diestro en peinar, pero un gran experto en Despeinar, enredar y hasta trenzar minis trenzas femeninas, me quedan muy coquetas y muy finas.
Pero mis manos traviesa, algo atrevidas pero no mezquinas, se empeñan en deslizarse por ese tobogán, que lleva hasta tu esencia.
La contengo a duras penas, pues ella se empecinan, en hacer geología en la cavidad que tienes escondida.
Menos mal que la contengo, bajo la promesa de un fruto maduro, que sonrosado despierta y sale de su vaina.
Qué flor tan apetitosa, qué delicadeza y qué fina, alcanzando varios tonos, el rosado predomina.
Mis manos por fin comprenden, que esa flor tan divina, no solo es para dedos, y ha de ser compartida.
Mis labios de comportamiento recto, encierran una lengua lasciva, que con avides se abalanza, sobre esa cosa divina.
Clítoris tiene por nombre, yo le llamo campanilla, pues cuando emerge el badajo, es que la cena está servida.
Y como muerto de hambre me acerco con avidez, mi lengua se vuelve loca, y thú loca de placer.
Y ya pierdo la cuenta, el tiempo no vale nada, solo nos importa sentir, tu clítoris entre mis labios, succionando con buen ritmo, y él saliendo y entrando.
Es una masturbación especial, donde solo actúan los labios y mi lengua acaricia la punta de esa delicia, y quedamos extasiados.
En mi afán de imitar, las gestas de Indiana Jonnes, me presto a explorar, tu caverna del Amor. Mando como guías, mis dedos Índice y corazón, el índice para que me indique, la correcta dirección, y el corazón explora, pues por algo se llama corazón, si es apto e indicado, para hacerte el Amor.
Salen fuera mis guías, y me vienen a informar, que nunca han visto una cueva tan apta para gozar. Y antes de cambiar de postura, pues a mi me gusta la variedad, menos hacerlo a oscuras.
Le dedico unas caricias con un suave masaje anal, a ese culito tan bello, y que tanto me ha de excitar.
Nos tumbamos de lado.
Tu espalda contra mi pecho.
mi brazo izquierdo te sirve de almohada, y el derecho te acaricia la espalda.
Mientras te levanto una pierna y la dejo suspendida, reposando sobre las mías.
Mi pene está más duro, el el "Pito" de un novio sin estrenar,
Y busca el solo tanteando, tu vagina para entrar.
Dios qué cosa más buena.
Como vamos a gozar.
Mientras poco a poco y con delicadeza, mi pene entra hasta el final.
Las paredes angelicales, están tan lubricadas, que siento un placer inmenso, solo con restregarlas.
Tu belleza interior sale al encuentro de mi guerrero que profana con dulzura tus adentros.
Nuestros gemidos empiezan a coger volumen, grados la habitación.
No puedo resistirme coger un pecho tuyo, delicia perversa de sensualidas y sexualidad.
Tú me agarras con fuerza, haciendo mas fuerte mis embestidas.
Gritas más! quiero más!
La locura se apodera de nuestra consciencia y ya solo somos dos cuerpos fusionados, empalados por un instinto que es sublime.
Sigo entrando en ti, agarro tus caderas y el éxtasis empieza a llegar en oleadas salvajes.
No hay vuelta atrás.
Es todo o nada.
Mi miembro ya es un mar de orgasmos y eyaculación.
Tú también llegas, noto esa calidez húmeda de tu interior, los espasmos rítmicos del orgamos conjunto.
Nuestras respiraciones cambian, y nuestros cuerpos se agitan suavemente eternizando los sentidos y el sentir.
Y nos quedamos abrazados, sobran palabras, sobran ya las caricias.
Solo es el sentir.
Sigo dentro, mi pene no desea salir de ti, del paraíso, y no afloja en su dureza.
Nos movemos sintiendo tiernos estremecimientos.
Beso tu espalda, toco tu vientre voluptuoso.
No quiero que acabe nunca.
Quiero más de ti, todo hasta tu vida.
Tú, con los ojos cerrados y tus manos en mi, me prohibes deshacernos.
Te muerdes los labios ante estos placeres tiernos como una flor.
Y como los corazones vuelan, nuestras mentes caen en el sopor del sueño, así, unidos.

sábado, 28 de octubre de 2017

La Rosa.

Ama mi alma,
en cada pétalo
de ésta rosa,
cuajada de pasión
y de lágrimas.

Canta mi alma
a tu alma,
desgajándose,
poco a poco,
hasta quedarse desnuda.

Cantos nuevos
al anochecer
de sábanas inmaculadas,
cuajadas de diamantes rojos
que gritan tu nombre en los
rincones oscuros
palpitantes de mi ser.

Clávate en mis entrañas,
ensáñate con tus labios
en mi piel,
y déjame soñar
en el hueco
de tus pensamientos.

jueves, 28 de septiembre de 2017

Sólo tú.


Hay un cuerpo queriendo nacer a tus caricias.
Y el sol desea mil amaneceres brotando el fuego eterno cada día.

Lentamente se funde la luz con la brisa,
y tu encanto se desparrama inundando mis fantasías.

Ámame sin condiciones ni preguntas,
y el pájaro vuela libre en la plumas del viento.

Los ojos besan en silencio,
y la mariposa te rodea con el polvo mágico de sus aleteo.

Efímeras nostalgias, efímeros quereres,
y efímeras nubes siempre cambiantes nadando por el cielo.

lunes, 28 de agosto de 2017

Vuelve la locura.

Sonrisas carnívoras 
en el alma.
Ladrillos de hormigón 
en la piel.
Locura.
Oscuridad.
Lascivias penetrantes 
en sonoras carcajadas 
errantes por el aire...

No hubo compasión, 
ni la tendré.
En cada letra 
busco la cordura, 
la locura y
mi placer 
derramó flores 
a tu paso.
Suicidando temores, 
abriendo puertas, 
tirando ventanas.

Despertando gritos, 
mis perversiones 
se alejan, 
vuelve la luna, 
y la plata 
de mis cabellos.
En mi mente 
se grabó
un puñal
a fuego
y entrañas.

Deseo día a día,
corres y huyes,
mientes,
la rayuela
de tu mente
chirría
continuamente.
Obsesiones 
escritas con 
rotulador permanente
en mi mente.

Satíricos nombres
nacen en 
las sombras.
Acuérdate
de mi nombre,
de mi cara,
de mi embrujo.
Locuras magistrales,
ansias inefables,
torturas causales.

Encinta de estrellas,
preñez de soles,
partos de embriones
cósmicos y cómicos.
Meteoritos
vida
pulsión
hiperrealismo
visión
apocalíptico
fin.

Busco tu nombre, y es Dios.

Busco tu nombre en los susurros.
Letra a letra, hace mi camino hacia ti.
Senderos crujientes de aire,
que revolotean en las discolas hojas
que esconden las adivinanzas de tus palabras.

Busco tu nombre en un árbol.
Grieta a grieta, de sus cicatrices leo con mis yemas.
Ciega de tu alma, acaricio las rugosidades de ese cuerpo troncoso, surcado de ríos del tiempo.

Paseo mi inconsciencia por las
lindes de ese paisaje interior.
Y me dejo sorprender porque
te busco y no te hallo.
Todo es quietud, todo se calma,
hasta el último pensamiento.
Te he echado de menos
hasta en mi respirar.

Tal vez no sepa el verdadero camino.
Tal vez me hallo confusa.
Tal vez todo esto sea solo un sueño.
Tal vez ni tú existas ni yo viva.
Que más da... es vivir, es andar
por esta realidad pintada de reflejos.

Me gustaría saber si tanto
esfuerzo merece la pena.
Si este sentir tiene sentido,
y si el morir libera.
Tanto cuesta llorar como reír,
odiar como amar, llamarte o callarme.

Eres el ese ser invisible
que me amó la primera vez,
sin nacer, en el vientre de tu pensamiento.
Y luego me abandonaste en este
sin sentido llamado Vida.

Tus planes me son borrosos todavía,
y mis pies se confunden en las
encrucijadas de la existencia.
Amo y no soy amada.
Soy deseada y me siento vacía.
Sólo tú llenabas, sólo tú calmabas.
Sólo tú hiciste el Fuego Que No Quema
en mi corazón.

Háblame de nuevo,
ámame de nuevo,
oh mi Dios.


domingo, 27 de agosto de 2017

No te puedo tocar.

Pues no pongas excusas róbame los besos que esperan a ser cogidos de inmediato...
Por qué aturullas mi corazón con esas dulces palabras?
Por qué lástimas mi alma con esos profundos sentimientos?
No te puedo tocar.
No se como son tus ojos.
Estas igual de lejos como la estrella que brilla en ésta noche...
Por mucho que cierre mis ojos, ansio esos besos.
El pálpito de un corazón, al ritmo de las caricias carnales de unas yemas ladronas de placer...
Bésame, y bebe del manantial donde florecen las aguas virginales del éxtasis.
La geografía de mi piel, espera la llegada de tus hordas feroces, para conquistar la cima de la felicidad.
Sumérgete en las profundidades húmedas del gozo temporal.
Hunde tu espíritu hasta el nacimiento de la vida, de la muerte y del deseo.

martes, 22 de agosto de 2017

Una princesa en un cuento virtual


Me llamo Alisa, mi castillo es la red y mi vida es un cuento virtual.
He visto todas las películas de Disney, y las que no lo son.
Mi cuarto es blanco y dorado.
Mi ordenador como mi móvil son fundamentales en mi vida.
No puedo vivir sin ellos, sin estar conectada.
Mis perfiles son mis muros y mi baluarte.
Busco mi principe azul entre los perfiles que miro y que me solicitan.
Soy muy especial, me gusta vestir de negro, lo encuentro muy elegante, con toques de colores, cuido al máximo mi pelo y no dejo que ni un poco de grasa se acumule en mi cuerpo.
Me siento el centro de atención de la vida y de los hombres.
Pero mi amor no ha llegado aún.
Ningún pretendiente llega a mis expectativas.
Solo un principe guapo y atento colmará mi dicha.
Visita mi Facebook y mi Instagram, al Twitter que le den, valgo mas que 150 letras.
Además no se me ve.
Mi nick es @princesavirtual.
Deja tu mensaje y ya veré...

No todas las redes sirven, hay muchos ogros sueltos y muchas campanillas agitando varitas maléficas.
Es difícil concentrar la atención en una con tanta competencia.
Mi móvil tiene la única y exclusiva función de hacer selfies a esta cara tan mona y a este cuerpo de escándalo.
Aparte de mis ingenios eléctricos, mi tocador está repleto de útiles de belleza inimaginables, ¡pero eso es un secreto! Sssshhhh...
Todas llevamos la cara lavada.
Mis perfumes favoritos son Chanel n° 5, Carolina Herrera, Gucci y demás perfumes.
Yo me lo puedo permitir.
Trabajo en la sección de perfumeria de unos grandes almacenes de prestigio y renombre.
Entrar fue fácil, un Armani abre muchas puertas, con un toque de Tous, algo discreto...
Pero no hablemos de mí.
Hablemos de los principes.
No todos pueden serlo.
Lo siento por ti, cari, si alguna vez lees esto.
No tenías todos los números pero si un cuerpazo imponente.
Aunque yo no me fijo en esas cosas.
Tu Seat León se quedó en gatito cuando un Audi llego a mi vida.
Y no uno cualquiera, todo hay que decirlo.
Normalmente me siento.
como Raspunzel, casi todo el día en la ventana de mi castillo virtual, echando mi melena cual anzuelo real.
Lo realmente difícil será mi número de teléfono.
Todos dicen wassap y yo tan feliz, y con la incorporación de la video llamadas tengo mogollones de citas sin salir de casa.
Asi ya hago mi selección.
Un pretendiente no es alguien cualquiera.
Este corazoncito es muy sensible y le gusta que lo mimen.
Cuando un chico me mira, es como si tuviera un cachorro desvalido entre mis brazos. Son tan tiernos...
Pero que sean varoniles a la vez, anden con decisión, sean intrépidos, me abran la puerta del coche y tengan su Visa Gold.
Me gusta el dorado, como mi corona de princesa.
Un capricho a los 18 años que mis queridos papis me regalaron y que me puse para mi mega-super-guay-chachi-fiesta de cumpleaños, con un vestido de Dior en rojo pasión y de escote corazón, todo un primor!
Ya me salgo del tema otra vez.
No lo puedo evitar.
Me quiero muchísimo, tal vez demasiado.
Pero siempre dicen que hay que quererse una misma, y es lo que hago, quererme, y querer.
También me han roto el corazón, como Ariel, la Sirenita.
No la considero una princesa.
Quién es princesa con cola de pez?
Eso no es chic!
Lucir unas bonitas piernas con una mini falda es lo que piensa cualquier chica que se adore!
Y unos Manolos, ay... a que voy al vestido y me pongo esos negros de punta descubierta dejando ver mi impecable manicura...
No, me centraré y seguiré aporreando el teclado.
Es relajante, aunque algo extraño.
Escribo poco, con mis fotos ya bastan.
Soy la Bella que solo luce su sonrisa en fotos de ensueño, y haciendo morritos.
Alguna vez he soñado con un hombre que se parezca a la Bestia.
Rudo y gritón.
Los hay que son rudos hasta con la mirada, y gritones con ganas en el sexo.
Las princesas también tienen sexo.

La distinción no se lleva nada mal con los orgasmos bajo las sedas.
Un italiano fue el mejor de los candidatos.
Venía de una familia noble de Venecia.
Ya me veía paseando en góndola por los canales con una copa de champagne.
Era fantástico en mi cama.
Me trataba con una exquisita ternura y fogosidad.
Solo tenía un problema, le gustaban otras princesas.
Y la traición no es tolerable bajo ningún concepto!
Hay que tener dignidad.
Hasta que llego por Instagram un dios vikingo.
Eric.
Que fotos!
Hasta haría temblar el martillo de Thor, y el mío!
Enseguida me puse a lanzarme a enviarle mensajes.
Me contestó y quedamos.
No en su país, Noruega.
Yo soy del sol y del bikini.
Fue tan gentil que vino a conocerme.
Ay, dios mío cuando le vi...
Medio aeropuerto no le quitaba el ojo!
No era para menos.
1.85 de puro músculos como acero templado.
Rubio que brillaba por si solo en la terminal de llegadas.
Una sonrisa que ni el mejor Colgate podría superar.
Unos ojazos verde mar para zambullirse y no salir nunca.
Las mujeres se enamoraron, los hombres lo odiaron.
Solo me tembló las Dolce & Gabana, mis gafas de sol, cuando me las quité.
Tenía su nombre escrito en un papel y cuando vi que se dirigía a mí, creí desmayar.
Creo que ese día desperté muchas envidias y rencores como nunca.
Estuvo una intensa semana, y digo intensa!
El problema fue la limitación del lenguaje.
No de la lengua jajajaja.
Ay, mi dios vikingo, siempre tendrás un altar en mi corazón...
Los demás, me pesa en el alma, no llegáis a nada.
Solo sois simples plebeyos los cuales estáis al servicio de mí.

Hago un breve receso y miro mi Facebook.
Esto me gusta.
Tengo cincuenta solicitudes, que pocas.
En un día malo, pasa de las cien.
Será que hay fútbol.
Hombres mirando hombres.
Que me miren a mí! A mis fotos!
He estado en otras webs de contactos, que ordinariez!
No saben ni escribir!
Una princesa de cuento no se junta con cualquiera.
Wapa es lo único bien escrito.
Vamos, que ni eso.
Algo curioso en muchos perfiles son los coleccionistas de mujeres.
Yo colecciono hombres, para que quiero mujeres si solo son amigas o adversarias?
Y cómo pueden prestar atención a todas?
Les dirá lo mismo o se crearan un grupo de wassap para hablar?
Quedará con todas?
Les enviará regalos?
En la vida hay preguntas tan profundas que creo que no hay respuesta.
Yo interactuo.
Me gusta ver como los likes suben, al igual que los comentarios.
Que lindos los argentinos y uruguayos con sus palabritas de amor.
No hay ninguno que se resista a mis encantos, y en agradecimiento, siempre público tres fotos mías por día.
Es un gran sacrificio y esfuerzo.
Siempre tan perfecta, siempre tan cool...
Pero mis seguidores lo valen.
Hablo con ellos, chismorreo, compartimos truquitos de belleza.
Muchos hombres se cuidan mas que muchísimas mujeres, y es de agradecer.
Y siguiendo con los cuentos.
No me gustan las hadas.
Hadas que te quitan hasta el vestido, te hacen de tu coche una calabaza y encima te ponen hora de llegada.
Son peores que las madrastras!
Y a Aurora, pobrecita, la durmieron.
Y es lo que voy a hacer yo.
Dormir, haber si mañana me despierta mi principe.
Mi reloj no dan las doce, pero la hora de la princesa termina por hoy.
Besitos, abrazos y carantoñas...
❤❤❤

lunes, 21 de agosto de 2017

Piel Virgen.


Recuerdo el sonido de la pluma por su piel.
Una piel virgen, recién estrenada en mi mirada, en mis manos.
Quise darle la sensualidad del amor que nos colmaba.
Ese es mi primer recuerdo ahora, cuando ya todos se enteraron de que salíamos, que ya no había que ocultarse,  de verse a las tantas de la noche y en callejones oscuros donde dar rienda suelta a ese amor, a esa pasión que creció en una explosión en nuestros pensamientos, en nuestras almas, en nuestros sexos.
Recuerde ese destello de placer anticipado cuando le dije, te amaré, te daré placer...
Se tumbó boca abajo, dandome su hermosa espalda de hombre, esos contornos masculinos que me volvían loca.
Le dije al oído, confía, relajate y disfruta.
Y empecé.
Al instante se arqueaba ante ese minúsculo roce de esa pluma que deslizaba por su geografía.
Se estremecia, como si mil corrientes eléctricas, le corriesen sin cesar.
Se mordia los labios, fuertemente por temor a gritar, a ser escuchado.
Bien fuerte los ojos cerrados para concentrar sus sentidos en su piel.
Sus manos se cerraban en la almohada, a punto de destrozarla por la intensidad acometida de sus terminaciones nerviosas exacerbadas, veía sus nudillos blancos, sus músculos tensos y sudorosos.
Los hombres también sienten, también necesitan de esas caricias que impregna el alma.
Su sexo estaba ya duro y palpitante pero aún así yo seguía.
Estaba deseosa de esa unión.
Él en mí y yo en él.
Ya llegaría.
Ahora solo me deleitaba ver como se deslizaba el borde de esa pluma por su piel, ver sus reacciones y besarle suavemente.
Hacer que mi aliento le calase hondo, como una penetración tántrica.
No quise dejarme ni un solo centímetro.
Me había contado que ninguna mujer le había acariciado así.
Y le di su primera vez.
Eso me satisfacía enormemente.
Compartir contigo la virginidad de una piel que nunca había sido amada, de unas sensaciones nunca vividas.
Me sentía la maestra y él el aprendiz.
Me ponía casi encima para que sintiera mis pechos, mi calor, mientras mis labios y mi lengua buscaba sus zonas erógenas en el amplísimo continente sin descubrir, despreciada.
Le deseaba más que nunca.
Nada de besos, nada de sexo.
Solo yo, descubridora de nuevas tierras en mi particular barco.
Surcando un mar salvaje y electrizante.
Y conquistándole hasta el tuétano, hasta la médula.
Célula a célula.
Ya no pude más, mi mente solo estaba llena del instinto de posesión.
Le dije: "Date la vuelta".
Vi en sus ojos expectantes, la proximidad del placer completo.

Nana para mis niños.


Nana para mis niños y no tan niños.
Nana para dormirlos y embelesarlos
Nana llenas de pájaros y castañuelas
Nanas de miel y mazapan.

Susurros llenos de luz clarísima.
Susurros en la oscuridad sin miedo.
Susurros que cantan palabras de amor.
Susurros que acarician y duermen.

Nanas para mis niños y para perritos.
Nanas de pañales absorbentes y colonias perfumadas.
Nanas aprendidas al minuto y olvidadas al segundo.
Nanas de lazos blancos y medallitas de oro.

Miradas de amor embelesadas.
Miradas de espumas nocturnas.
Miradas explícitas de amores cautivos.
Miradas de envidia por la inocencia perdida.

domingo, 13 de agosto de 2017

En mis bolsillos.


El horizonte inmóvil,
se vuelve guardián de mis días.
Amaneceres inamovibles, día tras
día, en la rutina eterna del universo.

Vivo perdiendo el tiempo sin
sentido de las agujas del reloj,
que me encuentro marcando paso
cuál soldados en perpetua guardia.

En los bolsillos, agujeros negros,
que tragan monedas y orgullos
Al despertar desnuda,
estoy revestida de miedos imaginarios.

Cuando te sueño, te beso.
Cuando te anhelo, te rezo.
Cuando te respiro, me abraso.
Cuando te adoro, me pierdo.

No cuentes conmigo,
soy nómada descalza que mueve nubes,
para convertir la poesía,
en mi imaginación,
en notas fugaces en tempus indómitos.

Tú sigue, tú vive, tú ama.
Yo estaré ocupada equivocándome
acertando tal vez con mis sombras
en llamas, libre de tu odio.

No necesito de mi fe.
necesito creer que la arena del reloj,
inunda los poros de cráteres
de mis lunas blancas.

Cuando vivo, es no olvidar.
Cuando nazco, es coleccionar soles.
Cuando grito, caen cometas en la tierra.
Cuando beso, el sin sentido se detiene.

sábado, 12 de agosto de 2017

Mi amiga.



Amelia, fue un instante eterno
que dió paso a la locura.
Llevo mucho tiempo
mirando esa puerta que me lleva a la felicidad.
Es de mi mente dudar porque estas cosas duelen y ya sabes que soy muy llorona.
Esta carta la escribo con mi puño, supongo que será mi letra.
Ya con el móvil apenas me fijo en mis trazos, rápidos por mis nervios y mis ansiedades.
Que más da!
Si no la entiendes te la escribo por wassap.
Es mas fácil, me ahorro papel.
Llevo ya tres folios rotos en mil pedazos, perece que no sé ya escribir.
Aunque los borrones parecen los parches de mi mente, a veces lucida y otras delirante.
Querida amiga, vuelvo siempre a él, con los sentidos, es una impresión como los pósters que ponía en mi cuarto que veía a todas horas, pero está aquí, en mi mente.
Lo quito, lo arrojo a la papelera y otra vez cubre esa porción de mi psique.
Me dices que le olvide, que lo arranque de mí, y siempre vuelve como un boomerang, que al final, me da en toda la frente.
Esa puerta, de inefable forma y color.
¿La abró?
Te estoy dejando la decisión a ti, para luego no oír tus reproches, ya cansan un poquito.
Esta vez la pelota está en tu jardín donde te recuestas en tu tumbona al sol.
No hay nada más guay que ser rica y te babeen los hombres.
El dinero da la superioridad.
Y no te enfades, Amelia, ya sabes lo que pienso y lo hemos hablado muchas veces.
Ser rica hace tener otra visión de la vida.
Tu superficialidad, en cuestión de amor, es igualmente proporcional a tu cuenta corriente.
Por eso, ésta vez pringas tú.
Sigo con ese instante de ¿flaqueza?, no lo sé.
En ese momento, viví como nunca había vivido.
Todos los miedos se fueron de paseo mientras su lengua buscaba mi alma dentro de mi boca.
Bebíamos el uno del otro como si hubieros estado horas bajo un ardiente sol.
Te cuento todo esto porque eres mi amiga del alma, la que me aconseja y regañas.
La que desde pequeñas nos hemos contado todo, hasta las travesuras y los amorios...

Amiga mía, súbitamente se me nubla la razón.
Tú eres la fría, la chula, como yo te llamo de forma cariñosa.
Es lo que me me dices:
Eres toda corazón.
¿Y como me apaño?
Soy la que se deja llevar, la que se enamora tontamente.
Vuelo en mi alfombra tejida de sueños y tú vas en tu deportivo de color rojo.
Sacas lo mejor de mí, amiga.
Esta vez lo he encontrado, le dije sin rodeos:
Me gustas.
Y flipó en colores.
Yo si que vi colores cuando en plena refriega de besos y achuchones se atrevió a meterme mano bajo la falda del vestido.
Ésta vez no seré la que sufre en silencio sin vivir la intensidad de una pasión.
Todavía recuerdo como me levantaste a aquel chico.
Ya ni me recuerdo el nombre.
Y al final lloraste tú.
Es el karma, chica.
Todo viene y todo se va...
Cupido tiene flechas para todos y creo que ya gastastes las tuyas.
Como te voy contando, estoy enamorada, lo tiene todo, y lo mas importante es que tiene corazón.
No solo la cartera. Si supieran como  les mira el culo para ver como le abulta la condenada en su parte trasera, otras cosas te dirían.
No te preocupes, entre amigas se guardan muchos secretos.
Por cierto, no te he dicho como se llama mi chico.
Julián.
Dirás ¡que casualidad!, igual que tu Julián, que dejaste por Borja y luego por Luis.
Pues si, es el mismo.
Apenas me miraba, me eclipsabas siempre.
Brillas con esa luz cegadora de tu pelo rubio, de tus pestañas postizas y con tus tetas de silicona.
Los hombres también tienen su corazoncito, y sangre en las venas.
Julián es diferente, no solo es manos que se pasean por mi geografía corporal, sino que se interesa por si estoy triste o alegre, me mira a los ojos no a mi escote.
Amiga, que te puedo decir más.
Anhelo cada instante sus besos y sus ramalazos de traerme flores.
Y robarme esos ratos en la trasera del coche.
Que le voy hacer si el amor es veneno, y emponzoño mi cuerpo con él.
Bailamos el reggaeton, la bachata y hasta un tango si se tercia en la cama.
Hasta una de Machín.
En el amor y con música, todo vale, Amelia.
Hasta descorchar aguas y azucarillos entre pechos y nalgas.
Y su piel, bendito pecado celestial y venial, sube la adrenalina hasta el Olimpo y me baja hasta el infierno de Dante.
Te sonará a chorradas lo que te escribo, pero así es el amor.
Cursi y con pinceladas de locura y gotas del perfume de sexo desenfrenado.
Ojalá puedas sentir, lo que mínimamente pueda sentir yo.
Si existiera la absoluta empatía, te llegarías al limbo de las crujientes poesías del romance absoluto.
Querida amiga, espero tus consejos, tus regañinas, pero esta vez gano yo.

jueves, 3 de agosto de 2017

Se mío.


Rosas negras perfuman
mis noches.
El jazmín llora lágrimas
al calor de las estrellas.
Se mi refugio, mi valle,
mi oasis, mi paraíso.
Cuéntame los granos del desierto
y las gotas del mar.
Sube por mí las montañas y
sumérgete en las profundidades negras de los océanos.
Hazlo por mí y serás dichoso.
Tendrás mis labios y mi tesoro.

miércoles, 2 de agosto de 2017

Niña.



Angel de gloria, 
tus ojos profundos.

Latidos al mismo son.

Cabello de ángel, 
color del sol.

Mirada inocente.

Libro en blanco, 
escritura a lápiz.

Amo tu piel.

Respiro tu aire, 
vuelo tus alas.

Amor sin límites.

Cada segundo 
comparto eternidad contigo...

Gotas en la espalda.


Gotas por mi espalda,
recorriendo la geografía de mi piel.
Pinceladas estremecedoras,
hambrientas de lascivias.

Tensa calor abrasadora,
que crispaba mis nervios.
Dando fuego al cuerpo
y somnolencias al viento.

Relojes parados en el aire turbio
y acalorado de este día sin fin.
Nubes implacables e
inamovibles de un cielo gris.

Miradas hacia las alturas suplicando
la compasión de un dios no visto.
Cuerpos enclavados en la acera buscando el refugio de un bus.

Suspiros de alivio en las frías paredes
de un lugar apartado del infierno.
Y pies arrastrando cuerpos
al son de piernas en calles solitarias.

Llueve compasivamente a la noche,
cuando la oscuridad se llena de luces.
Blanco y azul, silencioso baile entre las nubes
oscuras y cargadas de la promesa.

Alfileres clavados en la tierra sedienta y duraque,
que ya no llora sino duerme.
Testigos de la Naturaleza,
que juega a matar o morir con el humano asesino.

El teléfono.


El teléfono cayó de su mano y se cerró la bata.
Su cuerpo desnudo debajo temblaba por las lágrimas que caían de sus ojos.
Silencio.
La había llamado él, como habían quedado.
Se había tumbado en la cama y habían hecho el amor.
Él nunca pisaba su casa, ni hundía el colchón de su cama, ni sentía sus labios sobre los suyos, pero lo hacían.
Ella se preparaba como en un ritual, como si él traspase el dintel de su puerta.
Se duchaba, se vestía con lencería y utilizaba su mejor perfume.
A la hora convenida, sonaba el teléfono.
Estás preparada, linda?
Sí, lo estoy.
Y comenzaba las mentiras.
Utilizaban la cam y se veían, pero sus pieles nunca se rozaban.
Ella se desprendía de las puntillas y del liguero.
Y se amaba para él.
Lo hacía ardientemente, a la voz del que le decía que la amaba, que era su sueño y la adoraba.
Llegaba el éxtasis, el orgasmos y el dolor del alma.
Cinco minutos bastaba para la despedida y ponerse la bata.
Ella quedaba rota, y se juraba que no lo volvería hacer.
Pero leía la suplica de él de un mañana.
La soledad era su compañera y su otra vida nada.
No era una amante, no era nada.
Solo un cuerpo desgarrado por la rabia de ser débil, de ser nada.

domingo, 30 de julio de 2017

Un libro.

Puro vivir, pura ensoñación
son mis mares interiores.
Surco la tierra con quejidos,
agrietando la reseca
tierra de mis pesares.
Puro vivir en el aire de tus letras,
En el silencio de tus párrafos
y en los números de tus páginas.

Cobijarme entre mis versos
y sentir tu presencia
en el prólogo y el epílogo.
Nadar entre capítulos
de palabras insondables.
Caerme en esos puntos aparte
y descansar en las comas
de tus andares.

Nada atrae más a la noche
que oscuros personajes nacidos
de mis delirios.
Que la luna despilfarrando
mayúsculas y minúsculas.
Sus rayos de plata,
pintan versículos
en negrita plateada.

Voy enhebrando sonatas,
poemas y prosa,
con las capitales destacadas,
sacando folios
de una imaginación
enclaustrada por la portada y contraportada.

Almas errantes que viven
entre la cursiva y las fuentes,
consagraron un pasado irrevocable.
Plenas de belleza poética,
sigo amando en gerundios
y en un pasado imperfecto,
mucho más que el ayer.

Vivo de espejismos,
de tinta negra en fondo blanco
conformando un fuego abrasador
que me delata las ganas
de morirme por ti.
De tu esencia reflejada en
tu ausencia, gano puntos y comas,
y entre paréntesis de distancias,
someto las nostalgias
sin una huella que seguir.

Cierro el libro.
Pero aún quedan hojas
sueltas por escribir.


Los Cipreses. Cuarta parte.


¿Pasa algo? ¿Temes que te haga algo? Jajajaja
Una rabia convertida en un rubor que me pone la cara roja hace que me den ganas de matarlo.
Ya lo hecho una vez, ¿por qué no otra?
Empiezo a sentir como una niebla cubre mis ojos y la razón se difumina, solo siento furia...
No se que cara pongo, pero el se calla de repente y me mira sin cambiar de postura.
Sigo en silencio y sin moverme.
Vete a duchar, ya perdemos bastante tiempo.
Al fin mis pies se deciden empezar a caminar hacia el fondo.
Estoy más tranquila se que no intentará nada.
El baño es pequeño. Lo justo.
Un lavabo diminuto, el wc y una pequeña bañera.
Me desnudo completamente y veo toda la ropa sucia y rota.
Me miro en el espejo.
Casi me da algo.
Una cara mas que sucia, con las marcas verticales de mis lágrimas.
Y mi pelo, una maraña de mechones, suciedad y polvo.
Y mis ojos.
No son mis ojos.
Apagados, cansados, vejados.
Me meto en la bañera y abro el grifo dejando que el agua me empape.
Siento poco a poco, que el líquido elemento, se va llevando la suciedad y otras cosas hasta el sumidero del olvido.
¡Dios! ¡Que maravillosa sensación!
Ojalá pudiese estar así horas y horas.
De repente oigo un ruido y descorro la cortina de un manotazo.
No hay nadie, no está él.
Mi corazón late otra vez a mil por hora, la adrenalina me hace jadear bajo la ducha.
¡No hay paz!
Empiezo a temblar, cierro el grifo y me siento con las piernas dobladas porque es muy diminuta.
¡Que angustia! ¡Qué soledad!
Me abrazo y descanso la cabeza en mis rodillas.
Necesito un respiro, tranquilidad, recuperarme de estas zozobras.
Cierro los ojos y me acuno.
Ese movimiento de atrás a delante me calma, empiezo a tararear una musiquilla.
Todo irá bien. Haré que todo vaya bien.
Y con un suspiro de resignación, deshago el abrazo y me levanto.
Salgo de la bañera y me encuentro encima del lavabo ropa limpia.
Unos simples vaqueros de hombre y una camiseta.
Me quedo mirando la ropa pensando cómo ha entrado sin darme cuenta, y lo peor, seguramente me ha visto desnuda.
Una opresión de vulnerabilidad me acosa.
Estoy con los nervios a flor de piel.
Por ahora no ha mostrado signos de violencia conmigo.
Pero no me descuidaré hasta llegar a algún sitio.
Me pongo mis braguitas y la ropa.
Los pantalones algo incómodos pero no puedo elegir, la camiseta es de chica. Alguna se la dejaría. No me importa, entre la ducha y la ropa me siento mejor.
Mi ropa solo sirve para tirarla, quemarla mejor.
Con solo mirarla me siento mal.
Me calzo mis zapatillas y ya estoy lista.
Salgo y lo veo de pie con su móvil en la mano.
Levanta la cabeza y me mira.
No me dice nada.
Nos vamos. Dice secamente.
Yo ya no digo nada, quiero irme también.
Salimos afuera y tiro mi ropa en un cubo grande que está a un lado de la casa con desperdicios.
Me dirijo a la moto, me pongo el casco que me tiende, él se pone el suyo y arranca la moto.
Yo subo y me agarro directamente a él.
No veo la mochila, supongo que le ha cabido en el portamaletas de esta.
Por fin nos ponemos en marcha y salimos al asfalto agujereado.
Va concentrado en eso, lo noto por la tensión de él.
Al cabo de un rato de desandar lo andado, salimos a la carretera principal y allí si que acelera de lo lindo.
Nunca me han gustado las motos y la velocidad de estas, así que, cierro los ojos y me dejo llevar.
Mi cuerpo se va inclinando al son del suyo, siento el ruido del motor, de los acelerones y los cambios de marcha.
Por fin.
Empiezo a confiar en el piloto y miro por encima de él.
La tira de asfalto es devorada por la máquina.
Metro a metro, kilómetro a kilómetro.
No sé adónde me lleva.
Vine de noche y mi percepción de la distancia no es la misma.
Y después de lo sucedido, incluso parece que fue hace mucho tiempo.
Llegamos a una curva a la izquierda muy cerrada.
Él frena antes de entrar, noto los cambios de marcha para reducir la p potencia del motor y...
Mis ojos se abren de par en par.
Él frena casi en seco, la moto cuela por detrás y siento el tirón.
Pero no nos caemos.
Estamos ante un tramo largo y recto, pero lo que nos alucina es que hay sangre por toda la carretera.
¡Imposible!
No hay sangre suficiente para kilómetros y kilómetros...
Él se quita el casco, frunce el ceño y entorna los ojos.
Por lo menos no soy la única con esta visión, que es una alucinación increible.
¿Qué mierda es ésta?
Es solo lo que dice.
Agarrate bien fuerte.
Se vuelve a poner el casco y pone de nuevo la moto en marcha.
En ese momento me doy cuenta que no nos hemos cruzado con ningún vehiculo, de ninguna clase.
¡Con nadie!
Al final la rueda delantera pisa las primeras manchas de sangre o lo que sea eso rojo.
Y él empieza a acelerar casi a una velocidad que me marea.
Siento un pitido en mi cabeza y, poco a poco, siento que pierdo el conocimiento. Intento agarrarme fuerte pero al final todo se vuelve oscuro.

La luz en el camino
se vuelve oscuridad.
La vida se hace muerte.

Despierto, no sé que ha pasado.
Me encuentro tumbada en un prado.
Lo último que recuerdo es que iba en una moto con un hombre sin nombre y a toda velocidad en una carretera de sangre.
Ya no llevo el casco, me incorporo un poco.
No me duele nada, estoy confusa.
Conozco este sitio.
Miro a mi alrededor y veo con horror que estoy en la vereda de Los Cipreses otra vez.
Me levanto y cuando me veo las manos, las vuelvo a llevar llenas de sangre.
El viento me sacude con fuerza.
Y caigo de rodillas.
Ellos, los cipreses, se han convertido en mudos jueces y verdugos. No me dejaran ir.
Ahora lo sé.

miércoles, 26 de julio de 2017

Los Cipreses. Tercera parte.


Me llevas, si quieres.
Era lo peor, la suplica.
Allí, a merced de ese hombre.
Pues levanta que hay un buen trecho. Pero antes te lavas las manos, bien lavadas. No quiero que me ensucies con esa sangre. No se que ha pasado ni me importa.
Solo te llevaré a algún sitio donde te puedas valer por ti misma, luego te quedas sola.
Asiento con la cabeza .
No me llega el aliento para nada más.
Bebo más agua y con el resto me lavo las manos.
Poco a poco, el rojizo oscuro da paso al color de mi piel.
Solo quedan rastros en mis uñas, no puedo hacer más.
Ya estoy.
Muy bien.
Estaba lánguidamente sentado en su moto, mirándome.
Sentía esa verde mirada.
No quería ni mirarlo. Esa mirada guasona, de control ya la conocía sobradamente.
Intente peinar con mis dedos el pelo enmarañado.
Vaya tontería, pero es algo automático en mí cuando estoy delante de un hombre.
Era un libro abierto. Mi mirada, mis gestos denotaban mi miedo, mi angustia y él parecía disfrutarlo.
Se sentó a horcajadas en su moto y la arrancó.
Un humo blanco salió por el tubo de escape, dió un par de acelerones y sin mirarme me invitó a subir.
Yo lo hice con cuidado de no rozarme con él.
Puse mis pies en ambos estribos, sentía el portaequipaje en mi espalda e intentaba que mis pechos no rozaran su espalda.
Aceleró para empezar a mover la moto, como si yo no estuviera detrás suyo, y sin tener otra opción, tuve que agarrarme a él.
Tenía los ojos medio abiertos y veía pasar los cipreses poco a poco.
El ruido del motor era lo único que sentía mis oídos.
Por unos momentos me relajé, tal vez tendría una oportunidad de dejar ésta pesadilla atrás y seguir con mi vida.
Sentía los músculos tensos de él a través de su ropa, de su chaqueta de cuero negra.
En otro momento, no me hubiese importado coquetear con este motero, pero ahora sólo deseaba estar tranquila.
Mis manos planas estaban tensas en su pecho, notaba su corazón tranquilo y firme.
Mi cuerpo se movía al compás de las sacudidas de la moto y de las piedras del camino.
Después de unos minutos, la vereda enlazó un camino con un viejo asfaltado, con enormes agujeros que él sorteaba con pericia .
Poco a poco nos adentrabamos más en la montaña y en el bosque, subiamos casi sin darnos cuenta.
Yo seguía en mi media consciencia, dejándome llevar. Total, no tenía a dónde ir ni sabía dónde estaba ni cómo salir de allí.
Tendría que confiar otra vez...
Casi sin darme cuenta, abandono esa pequeña carretera y se internó en otro camino, y al cabo de unos metros paró delante de una pequeña casa rural.
Apagó el motor.
Baja, he de recoger unas cosas.
Yo al instante estaba de pie en la tierra, él se bajó y andó hacía la puerta.
Entró y estuvo unos minutos.
Salió con una mochila, bastante pesada.
No pasó de la puerta. La sujetaba con una mano y me miraba.
Yo no sabía cuál iba a ser su reacción, también me lo quedé mirando.
Pasaron unos segundos, eternos segundos.
Será mejor que te des una ducha y te arregles como puedas, vas echa una porquería. Si te llevo a algún sitio así como vas, nos pueden hacer preguntas que no estoy dispuesto a contestar.
Vi razonable su propuesta.
No me había visto, pero me lo imaginaba.
Él se volvió hacia adentro dejando la puerta abierta como una  muda invitación de que entrara.
Eso hice.
La penumbra hizo que me quedase parada en la entrada hasta que pude ver algo. Todas las ventanas estaban cerradas, no entraba casi ninguna luz, solo la de la puerta abierta.
Vi que se había acomodado en un viejo sofá, apenas unos muebles gastados, los justos.
El baño está al fondo y no tardes.
Mi corazón volvió a latir por la fuerza de la ansiedad, mis pies no acertaban moverse de donde estaba.
¿Dónde me meto?
Y esos malditos ojos verdes...

lunes, 24 de julio de 2017

Los Cipreses. Segunda parte.


El puso la pata de cabra a su moto, (no sé a quien se le ocurrió ese nombre), y se bajó de ella teniendo cuidado de su estabilidad.
Me dió la espalda y buscó en el pequeño maletero trasero se la moto, sacando una botella grande de agua.
Se puso delante mía, yo apenas podía alzar la mirada, solo veía sus botas de gruesa suela y algo de los vaqueros azules.
Bebe.
Fue su única palabra y me tiró la botella.
Aparté la cara, por si acaso me daba, y ésta cayó estrepitosamente al suelo, haciendo que su contenido se agitara.
Tanto eran mis temblores que no podía despegar los brazos de mi cuerpo, pero la intensidad de mi sed era superior, incluso a mi miedo.
Cogí la botella y casi ni la podía abrir, al final pude beber unos sorbos que me aliviaron la calor y los temblores.
No dejaba de estar atenta.
No se había movido para nada, ni un centímetro, solo oía su ligera respiración y sentía su mirada sobre mí.
Vaya mierda que te has metido, nena.
No me he metido nada.
Apenas oía mi propia voz, era un susurro ininteligible.
Pues lo pareces, nena.
Alce la cabeza con esfuerzo y le mire a la cara.
Estaba a contraluz, todo oscuro, pero seguía viendo esos ojos.
No soy tu nena.
Te llamo nena porque no sé tu nombre ni que coño haces aquí, en éste páramo. No hay nada en muchos kilómetros. Por aquí no pasa ni dios.
Tú si.
Vaya, tienes la lengua larga.
Empecé a temblar otra vez.
No por lo vivido, sino por ese hombre.
Sentía que no era una buena persona, era un ser oscuro.
Seguí allí tirada como un desperdicio, sin reaccionar, en ese sitio desolado con solamente esos árboles por testigos.
No se oía nada, ni el piar de los pájaros.
Estaba asustada como nunca lo había estado en mi vida, mi corazón latía muy deprisa, sudaba a mares y la adrenalina no paraba de fluir por mis venas.
Miedo puro y duro a ese desconocido, a la muerte.
Una muerte violenta y dolorosa.
Vi que flexionaba una rodilla y se agachó para verme la cara.
Lo tenía a unos pocos centímetros de mí. Me sentía acorralada.
Y que vas a hacer, nena? Te quedas o te llevo a algún lado?
No se que era peor, el cinismo de su voz o esa mezcla de guasa y superioridad con notas de lascivia en su mirada verde.
Ojalá pudiese quedarme.
Ojalá tuviese mi móvil para llamar a alguien.
Ojalá pudiera salir corriendo.
Pero no tenía ninguna otra opción.
Era él o era morirme allí mismo.

Mi sueño

Hoy estoy en modo loca total.
Me desperté con ganas de un polvo y solo tenía entre las piernas la sábana arrugada.
Entre la calor y el dolor, me muero lánguidamente en el sofá.
Estoy en silencio, en ropa interior y el ventilador ronronea en su monótono ir y venir, más bien girar y girar.
No estoy para nadie, ni para mí misma.
Me inyectaría morfina para huir de esto, pero me conformo con mi cubata de ron y cola.
Esnifaría lo que pillara con tal de que un colocón me hiciera volar lejos sin pasar por las alas.
Bendita regla, que hace que la vida se escurra entre mis piernas y esté mas muerta que viva.
Se ama a las mujeres, y yo las aborrezco por ser sufridoras consentidoras de machistas ególatras de pitos pequeños, y cerebros aún mas pequeños.
Mi mente ya fumea entre las alucinaciones del alcohol, las hormonas asesinas de mi cordura y estos dolores atroces de cuerpo y alma.
Llevo tres rondas y mi cuerpo empieza a responder.
Mi locura es mas postureo que realidad, es mi sueño.
Siento el aire sobre esta piel calenturienta, y la somnolencia intenta hacerse con el control.
¡No quiero!
Cambio de posición en el sofá y acabo con las piernas abiertas.
Mas de uno le gustaría revolcarse entre ellas, pringándose de lo mío y de lo suyo.
Muero por un hombre que me lleve a lo máximo.
Le permitiría casi todo, hasta matarme a polvos y a risas.
El veneno del desenfreno comienza aquí y sigue en mí.
Me toco los pechos, con las cúspides endurecidas, mi barriga indomable y mi pubis, por debajo de las bragas, jugueteando con los pocos rizos que dejo crecer.
No hay nada mejor que las manos de un hombre que despiertan las serpientes en mi cuerpo.

Los Cipreses.


Camino entre un sinfín de cipreses
que avanzan hacia el cielo, guerreros mudos que me escoltan hacia mi destino.
Camino por un vereda de polvo seco, que mis pies levantan en pequeñas estelas amarillentas.
Llevo la camiseta de tirantes sucia, los pantalones cortos hechos jirones.
Mi pelo enmarañado se mueve al compás del viento.
Mi cara es una auténtica máscara de sufrimiento.
Así me la noto.
Apenas quiero recordar lo que ha sucedido.
Ojalá no caminase ahora bajo este sol que deja expuesta mi delito.
Me paro e intento escuchar el sonido del viento entre estos cipreses.
Cantan, cantan bajito, como mi madre cuando le pedía que me cantase mi nana aunque ya hubiese cumplido mas de diez años.
El resplandor de este día, arde en mi pecho, me cuesta respirar y mis piernas flaquean.
Caigo de rodillas, el impacto es tan brutal que hace temblar todo mi cuerpo.
Me ha dolido, pero más me duele el corazón y la cabeza.
Entiendo que las penumbras atraigan tanto. Hagan salir el lado oscuro de una.
Tal vez porque nos arropa,
tal vez porque lo escondido nos proteje.
Tal vez es que no sabemos ser luz en la oscuridad.
Estoy triste, pero estoy seca.
Tengo sed y hambre, y por aquí no veo ninguna casa cerca.
Temo ya el contacto con la gente.
Estoy marcada cuál res con un amo.
Miro mis manos y están teñidas de rojo.
Es su sangre.
¿Cómo he podido?
Ahora comprendo.
Cuando una pasa el límite, se hacen cosas que nunca creí que podría hacer.
Intento abrazarme a mi misma, los temblores son muy fuertes, el delirio se presenta y ya no soy yo.
Oigo un ronroneo, me giro y veo un hombre sobre una gran moto.
Echa humo y tierra, no avanza muy deprisa por la dificultad del terreno, es una moto grande.
Es lo único que rompe la soledad del lugar y mi cabeza ida.
Poco a poco el sonido aumenta, ¿Se detendrá o pasará por mi lado y ya está?
Ya no tengo fuerzas, quiero que esto acabe ya, ahora.
Llega el extraño a mi altura y, para mi sorpresa, se detiene, pone sus largas piernas en la hierba y me mira.
No lleva casco, y su pelo es negro, sus ojos verdes, me traspasan, y en su boca baila una sonrisa cínica.
Sus rasgos son de depredador.
¡Bien! Acortará mi agonía.

viernes, 21 de julio de 2017

Esas noches.

Siempre que la vida me desnuda, pienso que soy asi para ti.
Llevo el alma al paraíso celestial de tu boca,
para regar los incesantes recuerdos 
de noches dulces y amargas, 
que nunca amanecieron, 
que nunca fueron nuestros.

Me encierro en tus ojos, 
en la luz inmensa de tu amor, 
para ver las tardes claras
que nunca terminan, 
donde el tiempo se detiene 
y las noches que nunca amanecen se hacen eternas para los dos.

Me vuelve el alma al cuerpo 
como un sudario estremecedor, 
cuando en los recuerdos felices 
de aquellas sublimes pasiones, 
en las noches que nos haciamos dueños mutuos de nuestros cielos, 
y en mis brazos yo te siento, 
y en mi alma yo te llevo hasta enloquecer.

No existen...



No existen excusas, 
existen palabras...
No existen razones, 
existen locuras,
que describan ese delirio 
con el cual te sueño.

Mezo en mi regazo la soledad 
que causas en mi piel
Siento desearte hasta
perder la noción del tiempo.
No existen los engaños, 
existe el que te quiero.

Cansada de vagar 
rompo las piernas 
para quedarme 
en ninguna parte.
Cuando tu mirada 
se desvanezca 
entre las brumas 
del no pensar, 
no sufrir no desear.

Arrancarte a trozos 
de mi tierra donde 
hundo mis dedos 
gritando tu nombre.
Desnuda mi deseo, 
desnuda mi alma, 
desnuda estoy impotente, 
clamando a los dioses 
un perdón inexistente.

Quédate,
en las orillas de mis labios 
desborda los sollozos 
de cada día, 
inundando el aire 
de gemidos inefables.

En el color de mis pupilas 
se refleja esa pasión 
que grita por salir 
en cada poro de mi piel.
En el palpitar de mi pecho 
sacuden las ganas 
de comerte a besos, 
a decirte te quiero 
hasta el ocaso de este mundo.

En el delirio de mi piel 
huyo para no sentir esto, 
en el delirio de mi piel 
está el gozo mutuo.
En el delirio de mi piel 
mis adioses cuelgan 
como carteles de un fin 
anunciado y no ansiado, 
querido y temido.

Dolor en mi vientre 
porque me faltará tu olor, 
y vendrán otros tiempos 
para el olvido, 
para olvidarte 
de mis delirios y 
locuras amatorias.

Para no recordad 
que nos amemos, 
olvidar orgasmos y besos, 
borrar caricias y lamentos.
Dadme la paz a estas venas 
por donde corren tu nombre, 
dadme la paz a esta locura 
que me consume en mi vigila constante.

Nunca me diste tu alegría, 
sólo días de lluvias.
Nunca me diste 
un amor al completo.
Nunca te diste, 
como yo te di.
Nunca me diste la alegría 
de ser una novia. 
Nunca me diste, 
lo que mas anhelaba, 
ser la protagonista de tu vida.
Besos y abrazos, 
parabienes y un hasta otra.

jueves, 20 de julio de 2017

Sentirte.

Hay una nube en tu mirada
que no me deja ver.
Intentas huir de mi,
y no se que hacer.
Espero pacientemente
que vuelvas a querer.
Envuelta en la melancolía,
paso mis días en dejadez.
Esperando tras esa cortina,
que el aire sabe mover.
Abrazo mis piernas,
por sentir algo esta vez.
Te echo de menos,
deseo de nuevo renacer.
Siento que te vas de mi,
a la idea de perder
me he de negar,
si en ti quiero beber.

domingo, 16 de julio de 2017

Dame tu mano.

Dame tu mano, te guiaré al país de los sueños...
Verás estrellas fugaces que jugaran con tu pelo.
Soles que serán peldaños bajo tus pies y subirás al infinito.
El Universo al alcance de tus manos, flotando en el amor.

Pinto de colores.

Pinto el cielo de colores,
para que alegre
cada día mis dias
al despertar.

Lleno de globos las montañas,
para que floten en ellos
la flores multicolores
y poderlas besar.

La sonrisa la pintas tú
en mi mirar,
guardo en mi corazón
las cosas sencillas para amar.

La hierba verde
deseo ver crecer,
fragantes olores de mi ñiñez,
que la felicidad no escape jamás.

La inocencia de mi niña
vivo cada día, mi amada,
y abrazo su inocencia divina
sin dudar.

El sol se escapó
de mi corazón,
amé tanto que
una bola de fuego se formó.

Pinto una sonrisa,
no me olvido se soñar,
vienen tiempos de felicidad.
Voy mas allá de mi frontera.

La magdalena de chocolate. Segunda parte.




La dependienta no les quitaba ojo
esos dos.
Le había llamado la atención el conflicto que se desarrollaba entre ese hombre y esa mujer.
Una complicidad y un jolgorio que acaparaban la atención sin querer.
Veía como la magdalena se quedaba en la mesa sin que ninguno se la comiera.
Y ellos se fueron.
Se encogió de hombros, salió de detrás del mostrador y retiró las cosas de la mesa.
Dejó la magdalena en su plato en un rincón, después la tiraría.
Empezó a colocar platos, vasos, tazas y el resto del menaje para su lavado.
¿Miranda, vienes?
La aludida cargó con todo y desaparece en la cocina.
Allí se quedó, solita.
Eran tres dependientes, a cual con más faena.
Era una cafetería muy concurrida y pasaban muchas vidas.
Agustín siempre va acelerado, es un no parar, un no pensar y uno preguntar, ve la magdalena y, creyendo que está reservada, la coge, la pone en una caja de cake y la mete en una bolsa de papel de un pedido.
Confusiones...
La mano con un caro reloj en la muñeca, cogió distraído la bolsa, y sin dejar de mirar el móvil, sale con prisas.
Oye, no te pongas así, voy con retraso pero en veinte minutos llego.
Al otro lado del teléfono, la chica se desesperaba.
Siempre vienes tarde. Y luego te quejas de mí. Anda que tú...
Si, nena, soy un distraído, lo siento. Voy a coger el coche y nos vemos.
Cortó la comunicación y haciendo malabarismo entre el móvil, las llaves y la bolsa, se introdujo en el coche aparcado en las inmediaciones.
Condujo despacio, mucho tráfico. Y el autobús, como siempre, se atraviesa por delante. Una mujer lo miró, iba en la parte de atrás.
Llegó a su destino y dió dos vueltas antes de encontrar aparcamiento, siempre es igual.
Cogió la bolsa, dejó el móvil oculto en el coche, salió, cerró y fue canturreando hasta la playa.
Allí estaba, magnífica, como siempre. Lina...
Ella lo vio venir.
Por fin!
Se dieron un gran abrazo entre risas.
Ya he llegado, lo importante es llegar.
Me tienes aquí una hora.
Sí, ya..., carraspea.
¿Vamos a sentarnos?
Sí.
Él la coge con delicadeza del codo y caminando despacio, miran el paisaje marino.
Era un día soleado con grandes nubes abullonadas y blancas a un lado del cielo.
Siendo otoño, se sentaron en un banco al sol, una brisa refrescaba el ambiente.
Mira lo que te traigo.
Martin, no tenías que haberte molestado, le dijo cogiendo la bolsa y mirando en su interior.
Sacó dos cafés, dos croissants, y la cajita.
Él alzó las cejas con cara de asombro.
¿Qué es?
No lo sé.
¿No lo sabes? Lo has comprado tú.
Si, pero eso no.
Ambos miraban cuando ella abrió la caja y vieron la magdalena.
¡Una magdalena de chocolate! ¡Son mis favoritas! ¿Cómo lo has sabido?
No lo sabía, habrá sido un ángel jajajaja.
Ella lo mira sonriente, cerró la cajita.
La dejaré para después.
Dieron cuenta del tardío desayuno, y charlaban.
Ella recordó que hacía seis meses que salían. Nunca había estado con nadie como él. Era cariñoso, detallista... esa clase de hombre que hace sentir bien a una mujer.
Recordó que tardó una semana en  besarla, y porque se lo pidió ella.
Bésame... Le dijo quedamente una noche paseando por la orilla del mar.
Todavía no sabía todo de él, ni tan siquiera si la quería.
Al poco habían hecho el amor y desde entonces, salían juntos, sin necesidad de compromisos.
Nunca habían hablado nada de ser novios, en un silencio tácito, quedaban y ya.
Era una situación que la desconcertaba.
Todos los anteriores, sino era por una cosa era por otra, fueron con ella brutos, celosos y controladores.
En cambio, Martín era así, seguro, divertido, con las cosas claras, amable, la hacía reír y sobre todo, la hacía sentirse muy valorada.
Pero no llegaba a sus más íntimos pensamientos.
Notaba en su pecho la necesidad de saber, de por dónde iban las huellas de los dos.
¿Martín, puedo hablar contigo?
Le miró de reojo y notó que el se puso algo tenso.
Dime, Lina.
Ambos miraban el paisaje y una extraña tirantez se hizo en el ambiente.
Evitaban mirarse, como si supieran de que iban a hablar.
Él la había notado algo más seria el último mes.
Lo miraba con una intensidad que le ponía los pelos de punta, y cuando hacían el amor, el cuerpo de ella se movía de otra  manera, con otros sentimientos.
Sé que a lo mejor no quieres hablar. Ya llevamos seis meses saliendo, y aunque, nunca lo hemos hablado, me gustaría saber.
Notó que su cara se encendía como el fuego, su corazón latía deprisa, y en su nerviosismo, cogió la cajita con la magdalena y empezó a jugar con ella.
Él no tenía prisa por responder. Meditaba, o eso era lo que él creía. Nunca estaba seguro de sus sentimientos con una mujer, detestaba pensar en esas situaciones. Siempre querían más.
Dime, ¿me quieres? Su voz sonó ronca.
Ella se sintió peor que fatal, se sentía como una niña pequeña, que si no respondía correctamente, la castigarían.
Te quiero. Y gruesas lágrimas empezaron a rodar por su rostro.
Él la miraba. Serio, sopensando sus palabras, sintiendo que sus palabras eran sinceras.
Una de sus manos cogió una de ella, la caja con la magdalena se quedó atrapada en el regazo de ella.
Lina, no soy hombre a enamorarme. Me gustas, mucho. Y no quiero hacerte daño. He de confesarte que no soy hombre de una sola mujer, además, me gusta mi vida, me gusta mi vida así. Salid los dos, amarnos a nuestra manera, ser más que amigos. Ahora ni mi corazón ni mi mente me pide tener un compromiso, pero si una compañía.
Ella no podía parar esas ardientes lágrimas que caían sin el menor control por parte de ella.
Le dolía sus palabras, pero estaba aliviaba.
Martín se acercó mas a ella y le pasó un brazo por sus hombros.
Poco a poco, llegaba el temprano atardecer.
El sol ya descendía por el oeste, por detrás de las montañas, quedaba un buen rato, y sin preguntárselo mutuamente, sabían que se quedarían allí hasta caer la noche.
Cuando pudo remitir las lágrimas, Lina, se dió cuenta del bollo olvidado en su caja y en sus piernas.
Habían visto gaviotas afanadas en la búsqueda de comida antes del ocaso.
Ella se levantó, saco la magdalena de chocolate, y a trozos se las lanzó. Éstas ávidas aves no dudaron en caer suavemente en un planeo elegante, coger los pedazos de la magdalena y volver a alzar el vuelo con vigorosos aleteos de sus grandes alas.
Ella se las quedó mirando hasta que se perdieron en el cielo que se volvía de fuego, se giró sonriendo, él le devolvió la sonrisa.
Quién sabe, pensó ella. Tal vez una nueva vida le haga amar de verdad.
Y mientras caminaba hacía él, puso una mano en su vientre.

viernes, 14 de julio de 2017

Quiero y no quiero.

No quisiera esperar a otra vida,
para ver las luciérnagas brillar.
No quiero ser un cuento,
y vivir de él.
Quiero ser una historia
donde se plasma la realidad
y los colores.
No quiero ser un tiempo
donde el reloj sea mi amo.
Quiero ser una eternidad
que nunca se acabe de vivir.
No quiero ser un sueño
estúpido e irrealizable.
Quiero ser una realidad,
pisar con mis pies la tierra
y tener la cabeza en el aire.


Insomnio.

Siempre habrá
nuevas noches
para inventar
nuevos sueños,
para mirar cada
trozo de mi alma.
La calma se cuela
por los poros,
y el silencio me susurra
un te quiero.
La noche llega
y me secuestra
en su regazo.
Me dirá sus secretos,
y en lo mas profundamente
de sus delirios,
nanas inefables
me acariciarán durmiendo.
La luz de las farolas
invade mi habitación,
forzándola a alejar
el negro de las pesadillas
de mi mente.
Pinta las paredes
de ese naranja
que quema los ojos
y se hace pesado
contemplar horas y horas.
No aporta claridad,
sino mas misterio
del misterio mismo.
No olvides cerrar
la puerta de mi sueño,
le digo a la sombra
que habita en mi cabeza.
Puerta infinita a mares
hechos de arena,
donde bañarse
a la luz de una luna,
puede ser lo más
placentero de una vida.
Se forjan latidos a quemarropa,
calor extremo,
que perturba
las sienes y la razón.
Caos infernal
de enamoramientos,
que tienen alas quebradizas
por un hambre insaciable
de cuerpos.
Me hierve la poesía
bajo la piel,
las palabras son tatuajes
que se extienden
como cicatrices de heridas,
hechas en la guerra
de tus manos.
Hay sonrisas
que hacen eco en el aire,
creando volutas cosquilleantes
en mi cara,
en mi máscara.
Cuidado de esas almas
puestas en mis manos,
seres inconsistentes,
espejismos calenturientos.
Cuidado con desatar
tormentas en mi labios,
que se conviertan
en huracanes incontrolables
de violencia emocional.
Esta desazón
que dejan tus palabras
las guardo en el baúl
de mi corazón.
En mis sábanas mojadas
duermen mi te quieros,
un adiós y un portazo funesto.

miércoles, 12 de julio de 2017

Amada, Amado.

Y dice la amada.
Amado, me besas sin labios.
Me miras sin ojos.
Palpita tu corazón
y no lo oigo.
Intento buscar
tu perfume de hombre
y no tengo piel
para comprobar tu esencia.
Estas aquí
y tu presencia
me es invisible
a mis ojos mortales.
Eres y no eres.
Hablas y no escucho.
Leo y solo veo
una máquina
que ni siente ni padece.
Amado,
estás pero en mi mente
no en mis adentros...
Necesito unos brazos,
un susurro en mis oídos.
No se llegar con el cuerpo.
La imaginación
puede ser poderosa,
pero mi yo grita:
"Es mentira, estás sola!"
Sábanas no compartidas,
amaneceres no vistos
en una habitación en penumbra.
Ese es mi grito en el silencio.

La Paloma.

Y el amor se poso en su ventana en forma de paloma.
Su gorgoteo gutural, y sus ojos como perlas negras la cautivo desde el primer momento.
Sus plumas niveas, brillante como nieve recién caída, le daba una textura aterciopelada.
Ella se acerco y la paloma no huyó, con su arrullo la animaba a acariciarla.
Ella alargo su mano y sintió la seda de su plumaje, el hechizo de su canto y las chispitas de sus ojos.
La cogió, delicadamente entre sus manos, notando el liviano cuerpo y el latido rápido de su pequeño corazón.
La paloma no hizo nada para soltarse, se quedó allí, acomodada, confiada.
Esos ojitos solo la miraban, le preguntaban por su soledad.
Ella empezó a llorar por ese amor que no llegaba, que la vida le negaba tan obstinadamente.
Se sentó en su mercedora junto a la ventana, puso la paloma en su regazo y la acariciaba sin descanso.
En algún momento se quedó dormida, y al despertar el ave ya no estaba.
Se quedó pensativa, ¿cómo un animal puede ser tan dócil y amar así, a una desconocida?
Ni tan siquiera, un ser humano es tan sensible y tan dispuesto a amar desinteresadamente.
Y se quedó allí, en su mecedora, viendo el atardecer, luego las estrellas y al amanecer, supo que el amor no se desea, el amor no se busca, el amor solo va a uno si se es capaz de abrir el corazón al extraño.
Ser paloma suave y dulce.

martes, 11 de julio de 2017

Ahora no estoy.

Ahora no estoy.
Se acabó muchas cosas.
Jugar por jugar no se puede.
No merezco tanta espera,
tantas dilaciones,
ni tantas preocupaciones.
Nací para ser feliz.
Ahora lloras tú.
No hay vuelta atrás,
la decisión tomada,
dolorosa y punzante.
Todo lo di por ti
y me quede esperando
una hombría que nunca apareció.
Me hiciste daño.
Muchos perdones
y siempre los mismos errores.
Vuelvo a sonreír,
vuelvo a dormir.
Las pesadillas pasaron
y los sueños dulces
regresaron a mis noches.
Tengo ganas de volar,
de amar,
de reconstruir
un corazón roto
por un amor
que nunca se dió.
Quiero un mundo
lleno de sol y música.
Ya sé que la vida no es fácil,
pero junto a ti era peor.
Espero que comprendas
que irme fue lo mejor.
Nunca te van a querer como yo.

domingo, 9 de julio de 2017

La Pasión.

Anoche me desperté de madrugada
Una sensación recorría mi cuerpo.
Sería la calor, estaba empapada en sudor.
No llevaba nada, y ya que entraba una brisa fresca, me puse una camiseta de tirantes de él.
Son grandes y me cubren como sus abrazos.
Huelen a suavizante y a su colonia.
Así salgo a la terraza y me recuesto en una gran hamaca azul.
Cierro los ojos y la brisa empieza a atenuar el calor de mi cuerpo.
La somnolencia acude rauda y deseo dormir tan frescamente.
Apenas un hilo de consciencia hace que no caiga definitivamente en el dulce sueño.
Mi cabeza empieza a pensar que estoy sola.
Mis manos acaban pronto con los límites de la hamaca y le echo de menos.
Al final, abro los ojos y contemplo el cielo.
No hay estrellas, está nublado, por eso el bochorno.
Las cigarras no paran de cantar, y lejanos ladridos, tañen la noche con su quejumbrosas voces.
Siento la humedad pegajosa en mi piel, la sequedad de mis labios que hace que pase mi lengua por ellos, humedeciéndolos suavemente.
La brisa cosquillea mi piel como miles de caricias.
Y una inefable sensación empieza por entre mis piernas, recorriendo mis entrañas, posándose en mis pechos haciendo que mis pezones se pongan duros y grandes.
Me gusta acariciarlos, son tan sensibles y placenteros.
En mi mente comienza imagenes de placeres, y mi cuerpo se humedece sin tener ya control sobre él.
Necesito otras manos, otros labios que alivie este intenso palpitar de mi corazón y de mi sexo.
Me levanto hacía la habitación, y por el camino me quito la camiseta, dejando todo mi cuerpo al descubierto.
Entro en la habitación y le miro con pasión, con codicia.
Está boca abajo, plácidamente dormido ajeno a mi hirviente instinto.
Subo a la cama, encima de él, y le comienzo a besar el final de la espalda, mis labios se recrean en su piel con besos largos, con mi lengua lamiéndole poco a poco.
Mis pechos ya han contactado con su espalda y siento que él comienza a despertar.
Sigo subiendo, haciendo cada caricia intensa, que mis labios impregne de amor y sensualidad en cada centímetro de su piel.
Noto sus músculos tensándose, estremeciéndose.
Algún gemido ya sale de su boca, y su sexo ya está duro.
Llego a su nuca, donde mi aliento le hace gemir, con mi cuerpo encima del suyo, no permito que tome el control.
Es mío.
No hay palabras, solo respiraciones y gemidos.
Me apropio de un lóbulo suyo, el cual es capturado por mis labios, succionándolo
Él ya no puede más, y con un giro apresurado, hace que caiga a su lado.
Nos miramos, veo en sus ojos brillantes, el deseo.
Nos besamos, largos, profundos, devorándonos, guiándo nuestras lenguas hasta lo mas profundo de nuestro ser.
Nuestras manos van acariciando el cuerpo del otro.
No importa mirar, ellas saben donde tocar, donde apretar, donde estar.
Noto su mano grande en mi clítoris tocando la pequeña protuberancia dura como la suya.
Mi cuerpo empieza a estremecerse, a pedir más, mientras mis caderas empiezan un baile rítmico que ya sabe los pasos.
Mi mano, abraza el contorno de su miembro, que alcanza su máxima dureza y grosor. Voy arriba y abajo, buscando con las yemas de mis dedos, cada pliegue, cada surco para darle placer.
No lo dudo.
Me deshago de su boca para besar con avaricia esa piel suave y tensa.
Las delicias estallan en mi boca y en mi mente, su placer me pertenece.
Mi lengua saborea sus contornos mientras está dentro de mis labios, humedezco con mi saliva esa piel delicada, que aunque es su placer también es el mío
Lo oigo jadear, acariciando mi pelo, pidiendo que siga, que goza.
Y yo sigo sin ningún pudor.
Después de unos minutos, me incorporo y nos miramos, ha llegado el momento.
Paso una pierna sobre él, cojo su erección y, sin dejar de mirarlo, hago en entre en mí.
Lo noto en la entrada oscura y húmeda. Hay una resistencia que con un golpe de mis caderas, hace que entre fuerte y decidido, arrancando notas altas de gemidos y suspiros.
Comienzo el baile del amor acompasado de sus manos en mis glúteos, marcando el frenesí interno de los dos.
Ya no hay ni día ni noche, ni mundo ni entorno.
Nuestra mente solo está en sentir, en la niebla del contacto electrizante del otro.
Él se incorpora, sin dejar de moverse, para hundir su cara en mis pechos y su lengua ensarta mis pezones.
La locura se apodera de mi razón, solo soy placer en estado puro mientras grito con los ojos cerrados dejándome arrastrar al pozo de la lujuria.
La calor y la humedad hace que brote la sudor de nuestros cuerpos, sintiéndonos resbaladizo en el amor.
Lubricados en cuerpo y mente, deseando la fusión perfecta.
Nuestro ritmo se acelera, las respiraciones se hacen rápidas, la ola crece en mí y siento la suya.
No hay vuelta atrás.
Ya llega! Grito sintiendo los espamos internos del éxtasis, el orgasmo vital que me recorre por dentro y gimo de satisfacción.
Él sigue, haciendo crecer oleadas de placer que rompen en mi vientre.
Y llega la suya.
Siento como se estremece y un calor húmedo se irradia dentro de mí.
Me aferra con fuerza, estamos al borde del desmayo.
Caemos a un lado, todavía abrazados, todavía unidos, sin hablar, recuperando la respiración y la vida que casi se nos escapa.
Abro los ojos y le veo.
Su pelo empapado, las gotas de sudor surcando su cara y su cuerpo, así también está el mío.
Abre los ojos y sonríe. No deshace el abrazo.
Volvemos a besarnos, ahora con ternura, son besos desgastados.
Deshacemos el nudo de los cuerpos, él se va al baño y yo me quedo respirando el aire viciado.

sábado, 8 de julio de 2017

Luna blanca

Luna,
tan infinita en mi pulso,
en mis latidos y en mis venas.
Luna,
tan ausente en mi vida,
como amores en mi corazón.
Luna,
ya no te quiero aquí,
te quiero feliz y olvidada.
Luna,
inventa un principio
e imagina el final conmigo.
Luna,
eres plata desparramada,
creando surcos en mi piel.
Luna,
vestida de nubes oscuras,
que ocultan tu desnudez.
Luna,
escribe en la pizarra del cielo,
palabras que me hagan temblar.
Luna,
llora cuando mi sombra te alcance, porque tu luz me hará brillar.
Luna,
quiéreme aunque no me entiendas,
cuando parezca que la locura me posea.
Luna,
cierra los ojos,
ven conmigo a una playa donde mueren las olas,
y dejan la espuma blanca,
las almas de los que te invocan.