Páginas

lunes, 24 de julio de 2017

Los Cipreses.


Camino entre un sinfín de cipreses
que avanzan hacia el cielo, guerreros mudos que me escoltan hacia mi destino.
Camino por un vereda de polvo seco, que mis pies levantan en pequeñas estelas amarillentas.
Llevo la camiseta de tirantes sucia, los pantalones cortos hechos jirones.
Mi pelo enmarañado se mueve al compás del viento.
Mi cara es una auténtica máscara de sufrimiento.
Así me la noto.
Apenas quiero recordar lo que ha sucedido.
Ojalá no caminase ahora bajo este sol que deja expuesta mi delito.
Me paro e intento escuchar el sonido del viento entre estos cipreses.
Cantan, cantan bajito, como mi madre cuando le pedía que me cantase mi nana aunque ya hubiese cumplido mas de diez años.
El resplandor de este día, arde en mi pecho, me cuesta respirar y mis piernas flaquean.
Caigo de rodillas, el impacto es tan brutal que hace temblar todo mi cuerpo.
Me ha dolido, pero más me duele el corazón y la cabeza.
Entiendo que las penumbras atraigan tanto. Hagan salir el lado oscuro de una.
Tal vez porque nos arropa,
tal vez porque lo escondido nos proteje.
Tal vez es que no sabemos ser luz en la oscuridad.
Estoy triste, pero estoy seca.
Tengo sed y hambre, y por aquí no veo ninguna casa cerca.
Temo ya el contacto con la gente.
Estoy marcada cuál res con un amo.
Miro mis manos y están teñidas de rojo.
Es su sangre.
¿Cómo he podido?
Ahora comprendo.
Cuando una pasa el límite, se hacen cosas que nunca creí que podría hacer.
Intento abrazarme a mi misma, los temblores son muy fuertes, el delirio se presenta y ya no soy yo.
Oigo un ronroneo, me giro y veo un hombre sobre una gran moto.
Echa humo y tierra, no avanza muy deprisa por la dificultad del terreno, es una moto grande.
Es lo único que rompe la soledad del lugar y mi cabeza ida.
Poco a poco el sonido aumenta, ¿Se detendrá o pasará por mi lado y ya está?
Ya no tengo fuerzas, quiero que esto acabe ya, ahora.
Llega el extraño a mi altura y, para mi sorpresa, se detiene, pone sus largas piernas en la hierba y me mira.
No lleva casco, y su pelo es negro, sus ojos verdes, me traspasan, y en su boca baila una sonrisa cínica.
Sus rasgos son de depredador.
¡Bien! Acortará mi agonía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario