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domingo, 28 de mayo de 2017

Vidente del café

Como dice la canción de Mecano:
María se moja las ganas en el café...
En este caso, yo, María, mi primer nombre, me mojo las canas en el café de la rutina, pues el desamor ya lo superé.
A veces, si estoy triste, me invento cuatro caricias, un morreo y un cuento para animarme de que aún soy una mujer.
He descubierto que para escribir bien hay que abrirse el pecho, es doloroso, mucho, y tener el corazón en las manos.
Y eso es mucho trabajo como para hacerlo.
Estamos en la era de la Ley del Mínimo Esfuerzo.
Así que, hay que ponerlo facilito.
El desamor dura según la profundidad del enamoramiento, a cuanto más enamorada estás, más jodidamente se pasa.
Se empieza por lo más cotidiano:
Te extraño en tu café de la mañana, en el preparar mi cacao.
Conservo aquella taza medio rota de tu café, y me reclama un luto eterno...
Así sería el primer paso.
La psique es caprichosa, me aferro la orilla sabiendo que la felicidad está cruzando el río.
Y me empeño en quedarme varada en ésta orilla sin atreverme a moverme ni un ápice, como embesalada a la espera de un barco que me lo ponga fácil.
Luego lo otro, el jabón.
Esa pastilla de jabón desgastada en el suelo de la ducha.
La que tanto me desquiciaba por temor a un patizano, ya me lo di, cuando desapareció contigo.
El vino que nunca bebimos juntos... Ese tinto, esa botella en el botellero buscando la ocasión perfecta.
Y es ahora, la cojo, la abro y,  sorbo a sorbo, brindo por los despojos de tu adiós...
Lo peor del miedo no es que me  vuelva triste. Lo peor del miedo es que luego de volverme triste; me torne cruel.
Sádica, despectiva y ya no pueda ni decir ni un «¡Hola!», a otro hombre. Desperté y el café cambia de color. Tantos días en tu taza, que se me hace un lío en las entrañas tirarlo por el fregadero.
Se vuelve el lienzo donde hoy pinto la preguntas y las posibles respuestas.
Es que no es lo mismo buscar, desahogarse, que patalear, que desesperarme.
Ahogar a los demás en mi miseria.
Vamos, es tan lastimoso.
Intento ser vidente, mirando ese café rancio, mientras sorbo a sorbo, se acaba el vino y aumenta mi felicidad.
¿Y qué veo?
La infinita belleza de luchar por un sueño, y fracasar a dos manos
y relamerse en la infinita belleza
de la derrota.
Me desagrada lo que veo, lo que intuyo, lo que pienso.
Pero sobre todo, lo que siento.
Me voy a la cama, me quito la bata, y mi cuerpo desnudo, inerte cae de golpe en ella, intentando con una mano sostener la botella y con la otra, hacer juegos malabares con la copa.
Ésta cama, hace divagar mi mente.
Placeres eróticos y deseos perversos
Pecar en tú infierno, volar en mi cielo.
Me encantabas, y ya déjate que te diga, quiero ser la Reina de mi vida, sin pasar por Princesa.
Si tus ojos pudieran leer mis pensamientos, esos que mis pupilas esconden, verías que ya no hay vuelta atrás cuando los tuyos miran.
Los míos crueles ya te esquivan.

El bar.

Empezó a ponerlo todo a punto.
Las hojas de papel en blanco, el boli azul, un vaso, el agua fresca.
Se sentía nervioso.
Hacia poco que había sacado su último libro y ya sentía la comezón de empezar otro.
Unas cuantas ideas en mente le perturbaba, in extremis.
Había que vaciarse, volcar esas ideas.
Hoy prescindiría del ordenador.
A lo clásico...

Estaba solo en casa.
La esposa se había ido a trabajar y tendría horas tranquilas por delante.
Su mesa estaba delante de un gran ventanal, veía a la gente pasar y el ir y venir del tráfico rodado.
Bien, móvil apagado, todo en orden.
Se sentó, inspiró y cogió el bolígrafo.
Este tembló mientras lo acomodaba entre sus dedos.
Cuantos recuerdos! Ahora apenas lo usaba entre tanta tecnología.
Se deleitó mirándolo durante unos minutos, el clásico Bic, nada de imitaciones.
-Jajaja...
Su risa sonó fuerte y alegre. Nunca le gustó las imitaciones, ni tan siquiera él era una imitación. Era él. Un escritor que quería ser famoso. Y lo lograría.
Apartó la risa y los pensamientos de gloria, y se volvió a concentrarse.
Apoyó el bolígrafo en el papel y...
Nada.
Por un momento, la sorpresa lo invadió.
La estupefacción la siguió.
Sintió miedo, nauseas y algo de mareos.
La sudor de la adrenalina le empapó casi en seguida.
-¿Qué pasa?
Frunció el ceño, soltó el boli y se levantó tirando la silla.
Y se quedó mirando esos objetos inertes en la mesa.
-Va, tonterías. Son los nervios.
Se volvió a sentar, bebió agua y agarró, nuevamente, el boli.
Todo bien, las ideas revoloteaban como cuervos graznando en círculos desesperados por salir de su mente. 
¡Tenía hasta el título!
Por segunda vez, la punta de tinta rozó el papel y, al instante, volvió la sensación.
Volaron papeles, bolígrafo y todas las cosas de la mesa.
Cogió su portátil, y con un portazo se fue al bar.

jueves, 18 de mayo de 2017

Lleno de luz

Seguimos confundiendo desear con poder, sentir con temer, volar con caer y querer con tener.
Y por eso no tenemos.
Por eso no te tengo.
Ando descalza por la casa, mis pies sienten el frescor de las baldosas.
El frío se resiste a irse, y cada pisada, es un escalofrío.
La brisa mueve lánguidamente los visillos de las ventanas, y el aire huele al verano que se aproxima.
Todo lleno de luz.
El sol es espléndido en el mes por excelencia de la primavera, mayo donde huele al geranio y a las hortensias.
Voy hacía el cristal del mirador, y pego mi boca.
Le doy un beso a la mañana y saboreo su adictivo sabor a versos prófugos.
Imposible olvidar lo que un día fue y jamás volverá.
Encuéntrame en los versos que ya no no escribo en las noches solitarias, donde mi alma solía dormir tranquilamente.
Mucha tinta para tan poco amor. Roja como la sangre.
Mucha tinta para tan poco valor. Negra de la cobardía.
Mucha tinta para tan poco goce. Azul de la inmensidad.
Me he querido dejar crecer las ganas de olvidarte como mi pelo, que acaricio constantemente, pero los recuerdos siguen atados a ti.
Atada como esposas que se clavan en mi piel, como cadenas arrastradas por mis tobillos.
Yo, lava ardiente, calor primigenio, inundando mis entrañas por desearte siempre, por olvidarte continuamente.
Goce infinito de caricias que estremecen cada poro, y la sudor del cuerpo exhala tu perfume.
De exquisitas sensaciones... ya no vivo, ni sueño.
Voy a la butaca corriendo, me siento y con el cojín, me tapo el alma.
Soy el huracán, aquel que tenía mi nombre, que envuelve mi esencia.
La tormenta que enloquece mis llantos y nubla mis sentidos,
como lluvia mojaré esos cuerpos del recuerdo.
Con mi amor vestiré de deseo nuevos ojos y nuevas miradas, apartando la tuya.
El silencio me abraza recordando
cuanto nos queriamos, la distancia  se convierte en una aliada para buscarte y pisar tus huellas con cualquier pretexto.
Mucho o poco, una hora o un segundo, un eón o un siglo, me da igual la cantidad o el tiempo yo solo quiero que estés a mi lado,
no me importa nada más.
Y mi cabeza estalla, pensando como atraerte a mí.
Si vuelves, mírame, empieza a leerme, léeme la vida, el cuerpo, el alma, hazlo en braille y con tus labios y con tus dedos.
Todo eso, magia pura que tenga que ver contigo me alegra, hasta la nostalgia de eso que no fue, y no sé si será.
Al final, gana quien se levanta todas las mañanas, de esas sabanas tibias y crujientes que envuelve la piel, para hacer frente a la vida, con lágrimas en el corazón regálame siempre una sonrisa.
Y tengo celos, hasta del silencio que se refugia en tu boca, y en otros labios, en otras miradas, en otros éxtasis.
Y acabo en la ducha, mojando mis ganas de ir a la calle, y patear las piedras buscándote.
De gritar tu nombre y tu ausencia.
Esa agua corre por mi cuerpo como lágrimas de rabia porque te di todo y tú nada.
Solo soledad, solo días llenos de ausencias y noches de insomnios.
Demonios y ángeles luchan entre los rizos mojados de mis ansias.
Vete lejos, llévate mis recuerdos y tus palabras vacías.

Tu aroma.

Tu aroma a flores, y otras cosas que me marcaron de por vida.
Quédate,  por si la noche me ofusca.
Por si el frío empaña mis huesos.
Por si lo piensas que no te sueño.
Por si lo imagino que eres mi paraíso.
Por si la piel grita en el silencio.
Por si el alma reza en nuestras bocas.
Por si tú.
Por si yo.
Solo quédate, solo quedo, solo quedamos.
Nunca muere del todo un sentimiento, que un día hizo nido en el alma.

lunes, 15 de mayo de 2017

Delirios

Hubo miradas que derritieron mi piel, caricias que me encadenaron, voces que taladraron mi alma, y gemidos que quieren volver para quedarse conmigo.
Creo en todo lo que me impulsa a cerrar los ojos, a sentir con la piel.
Describirme es borrarme letras con un dedo en los labios, y llegar al folio en blanco.
Hablo de mi mirada, cuento que no tiene trucos, os digo que esa magia
es porque miro desde el alma.
Y que me falta todo, si no estoy aquí, presente y ausente.
Qué los silencios no lleguen a ser indiferencia, ni las ausencias olvido.
Puedo decírlo más alto pero si lo se quiere más claro, mejor lo susurro.
Solo necesito una botella de vino, unos besos, una noche y
despertar amada y querer escribirlo
por el resto de mi vida.
Yo soy la chica de los ojalá, porque aún sigo creyendo y confiando hasta el final.
Mi corazón no me pide permiso, la piel tampoco. Rebeldes de una causa perdida en esta vida mía.
A falta de otro sitio más tangible, bueno es el corazón para llevar en él a esas personas que quieren ser amadas y no aman.
Muchos otros han querido comprarme mi alma. A mí me la han regalado con un lazo que dice:

    Por favor, quererme libre.

No entiendo eso de querer atarse a la realidad, con lo hermoso que es vivir en un sueño.
Con el tiempo una se acostumbra a la presencia de todas las ausencias que se quedan por el camino, como cadáveres que ya no resucitan.
Voy a tomar estos días de la vida
que me quedanpara multiplicarlos por mí, que soy infinita, inmutable e intransferible.
Seguramente me vuelvo inmortal.
Diré a mis demonios que mi vida es un infierno y abrimos a las seis. ¿Quién se apunta?
Y que me falta todo, si no estoy aquí, entera y partida, en la luz y en las sombras, en la realidad y en el limbo.
Amo intensamente, ese es el truco, que una y otra vez, insiste en salirme mal.
Pero cuando llegue el momento, suelto y agradezco, libero mi espíritu y respiro aire puro.
La vida siempre está conspirando
cosas mágicas para mí. Cada día, un milagro se puede producir, tal vez pido demasiado.
Señalaré tu boca en el juicio final, me sentaré a burlarme de los que mueren de amor, y les diré que en tus besos, que ya no siento, resucité yo.

jueves, 11 de mayo de 2017

Mi ser

He dejado de existir para convertirme en un sueño imposible.
Ya no me importa nada. Solo el vivir y el respirar, acaparan mis sentidos y mis suspiros. Me dejo llevar por la marea de mis sentidos, y me hundo en mis sentimientos del deseado olvido. Ya no soy yo. Veo los soles y las lunas como fantasmas huyendo de mí. Deseo una noche perpetua donde los demonios me perforen en un ataque constante de apartarme del mundo, dejándome vacía y hastiada. Ya no rezo con ese constante anhelo de vivir, ahora deseo ser una luz fugaz que se apague pronto. Mi único canto es el silencio y la mortaja de sabanas blancas, como mi delirio, como plumas de esas alas de inocencia que perdí. Quiero acabar con este malestar que me consume y destroza, que pone una sonrisa forzada en mi boca, cuando el único brillo de mis ojos lo pone la expiación definitiva de este calvario sin fin. Lloro sobre las flores muertas de una existencia que quise y no fue, cual ataúd que se cierne sobre mí. Flores muertas con olor a tierra mojada que tanto cubre mi ser.
Ojalá haya un valiente que me saque de mi misma.

lunes, 1 de mayo de 2017

Me olvidé...

Me olvide de mí misma desde que nací.
Me olvidé de respirar, esa libertad del aire que no tiene barreras que le impida volar.
Me olvidé de respirar, esas noches estrelladas, marcadas por la luna, broche de plata y las estrellas fugaces.
Me olvidé de respirar, esa arena que pisaba mis pies, en mi ñiñez, cuando no existía la maldad.
Me olvidé de respirar, ese mar, que ha llenado mi mirada, como lágrimas reunidas de mis ojos.
Me olvidé de respirar, ese amor que tengo, y que derramo por doquier, a manos llenas, que brota de mi corazón.
Me olvidé de respirar, y de mirar para atrás, esas huellas que dejé en mi caminar.
Me olvidé de respirar, esas fragancias que me hacen recordar las risas descolgadas de mi boca.
Me olvidé de respirar, y de gustar esos besos, de mis labios, al cielo.
Me olvidé... hasta de mí.