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sábado, 12 de agosto de 2017

Mi amiga.



Amelia, fue un instante eterno
que dió paso a la locura.
Llevo mucho tiempo
mirando esa puerta que me lleva a la felicidad.
Es de mi mente dudar porque estas cosas duelen y ya sabes que soy muy llorona.
Esta carta la escribo con mi puño, supongo que será mi letra.
Ya con el móvil apenas me fijo en mis trazos, rápidos por mis nervios y mis ansiedades.
Que más da!
Si no la entiendes te la escribo por wassap.
Es mas fácil, me ahorro papel.
Llevo ya tres folios rotos en mil pedazos, perece que no sé ya escribir.
Aunque los borrones parecen los parches de mi mente, a veces lucida y otras delirante.
Querida amiga, vuelvo siempre a él, con los sentidos, es una impresión como los pósters que ponía en mi cuarto que veía a todas horas, pero está aquí, en mi mente.
Lo quito, lo arrojo a la papelera y otra vez cubre esa porción de mi psique.
Me dices que le olvide, que lo arranque de mí, y siempre vuelve como un boomerang, que al final, me da en toda la frente.
Esa puerta, de inefable forma y color.
¿La abró?
Te estoy dejando la decisión a ti, para luego no oír tus reproches, ya cansan un poquito.
Esta vez la pelota está en tu jardín donde te recuestas en tu tumbona al sol.
No hay nada más guay que ser rica y te babeen los hombres.
El dinero da la superioridad.
Y no te enfades, Amelia, ya sabes lo que pienso y lo hemos hablado muchas veces.
Ser rica hace tener otra visión de la vida.
Tu superficialidad, en cuestión de amor, es igualmente proporcional a tu cuenta corriente.
Por eso, ésta vez pringas tú.
Sigo con ese instante de ¿flaqueza?, no lo sé.
En ese momento, viví como nunca había vivido.
Todos los miedos se fueron de paseo mientras su lengua buscaba mi alma dentro de mi boca.
Bebíamos el uno del otro como si hubieros estado horas bajo un ardiente sol.
Te cuento todo esto porque eres mi amiga del alma, la que me aconseja y regañas.
La que desde pequeñas nos hemos contado todo, hasta las travesuras y los amorios...

Amiga mía, súbitamente se me nubla la razón.
Tú eres la fría, la chula, como yo te llamo de forma cariñosa.
Es lo que me me dices:
Eres toda corazón.
¿Y como me apaño?
Soy la que se deja llevar, la que se enamora tontamente.
Vuelo en mi alfombra tejida de sueños y tú vas en tu deportivo de color rojo.
Sacas lo mejor de mí, amiga.
Esta vez lo he encontrado, le dije sin rodeos:
Me gustas.
Y flipó en colores.
Yo si que vi colores cuando en plena refriega de besos y achuchones se atrevió a meterme mano bajo la falda del vestido.
Ésta vez no seré la que sufre en silencio sin vivir la intensidad de una pasión.
Todavía recuerdo como me levantaste a aquel chico.
Ya ni me recuerdo el nombre.
Y al final lloraste tú.
Es el karma, chica.
Todo viene y todo se va...
Cupido tiene flechas para todos y creo que ya gastastes las tuyas.
Como te voy contando, estoy enamorada, lo tiene todo, y lo mas importante es que tiene corazón.
No solo la cartera. Si supieran como  les mira el culo para ver como le abulta la condenada en su parte trasera, otras cosas te dirían.
No te preocupes, entre amigas se guardan muchos secretos.
Por cierto, no te he dicho como se llama mi chico.
Julián.
Dirás ¡que casualidad!, igual que tu Julián, que dejaste por Borja y luego por Luis.
Pues si, es el mismo.
Apenas me miraba, me eclipsabas siempre.
Brillas con esa luz cegadora de tu pelo rubio, de tus pestañas postizas y con tus tetas de silicona.
Los hombres también tienen su corazoncito, y sangre en las venas.
Julián es diferente, no solo es manos que se pasean por mi geografía corporal, sino que se interesa por si estoy triste o alegre, me mira a los ojos no a mi escote.
Amiga, que te puedo decir más.
Anhelo cada instante sus besos y sus ramalazos de traerme flores.
Y robarme esos ratos en la trasera del coche.
Que le voy hacer si el amor es veneno, y emponzoño mi cuerpo con él.
Bailamos el reggaeton, la bachata y hasta un tango si se tercia en la cama.
Hasta una de Machín.
En el amor y con música, todo vale, Amelia.
Hasta descorchar aguas y azucarillos entre pechos y nalgas.
Y su piel, bendito pecado celestial y venial, sube la adrenalina hasta el Olimpo y me baja hasta el infierno de Dante.
Te sonará a chorradas lo que te escribo, pero así es el amor.
Cursi y con pinceladas de locura y gotas del perfume de sexo desenfrenado.
Ojalá puedas sentir, lo que mínimamente pueda sentir yo.
Si existiera la absoluta empatía, te llegarías al limbo de las crujientes poesías del romance absoluto.
Querida amiga, espero tus consejos, tus regañinas, pero esta vez gano yo.

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