Hay un mar verde en tu mirada.
Mar profundo dentro
y fuera de nosotros.
Me interroga, haciendo mis entrañas
un hervidero de dudas.
Me ahogo a veces, me revivo a veces.
Me entretuve soñando,
quiero escribirlo, quiero plasmarlo,
arrancarmelo de cuajo
que tanto daño hace dentro.
La vida es la actitud con que la vives,
la muerte vendrá como la quieres.
Somos el principio y
el fin de nosotros mismos.
Ya no soy yo, soy el caos
que rompe en mil cristales
Muñeca rota, enamorada y sin sentido.
Me cuesta respirar junto a ti,
haces que mis miedos florezcan.
Miedos de no estar ahí cuando
llegue la hora de decidir
No sé más.
Me duele en el alma los errores, las decepciones, lo dejado y lo amado.
Huracán de sentimientos
que hacen que tomar la pastilla
sea la única solución para olvidar.
No quería el amor, quería la lujuria
del no pensar, solo sentir.
El devaneo sin sentidos
de cuerpos desnudos
y la indiferencia de
los sentimientos.
Matar al que me mató,
hundir al que me hundió.
La cicatriz me recuerda
la herida infligida.
Las lágrimas y la huida.
Eso es lo que hace mi mente, huir.
Huir de ti, de lo que quiero
y no deseo alcanzar.
Perderme en los abismos
de muertes diarias para
regodearme en la culpabilidad
de amarte.
De ser lo que no quiero ser para ti.
De mi lado oscuro
que vino para quedarse,
para recordarme que la luz se fue,
que la inocencia se castiga,
que el fuego divino
se extinguió para siempre.
Que los malos siempre ganan
y yo pierdo siempre.
Siento que no quieres saber de mí,
que te escurres ante palabras mías
Y yo callo, porque fingir es
el pan de cada día.
Y tú callas, lo que sabes y lo que sientes.
Somos dos mentirosos,
dos finguientes en la vida.
Temo a mi oscuridad y tú temes a la tuya.
Se ha hecho el silencio
de los días del pasado para
no entrar en ese horror del recordar.
Yo no olvido,
no deseo dejar de sentir
cada día de mi vida.
Ser valiente para darle
la cara plena y abrir los ojos
al infierno, al cielo y al limbo.
Comienza otro día y son tantos que ya ni me molesto en contarlos.
Los días que vivo, los días que muero
son insuficientes.
Sacudió la esperanza las alas
y se alejó del nido.
Empezó a planear sin rumbo fijo.
Donde las corrientes la lleven.
Y yo aquí.
En mi playa de siempre.
En mi cárcel de siempre.
En mi locura de siempre.
Tengo miedo de dar un paso
y volver a caer de bruces.
Ya no me levantaría.
Echada en el suelo esperando
que me cubriera el frío hasta dormir.
Esperando a las flores que salieran en mi,
dando vida por vida.
Sintiendo por una vez que
la vida si quiere algo conmigo.
Quiero llorar y no puedo.
Solo siento ese nudo en mi pecho que
no sé cómo quitarlo.
No sé cómo decirlo.
No se como olvidarlo.
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