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martes, 17 de diciembre de 2019

@princesavirtual

Hola, queridos lectores.

He estado un tiempo sin escribir.
Hoy es traigo algo mas palabras, os traigo imágenes para que aparte de leer os deletéis la vista.
Puede ser que alguna sean mas acertadas u otras menos.
Pero siempre ronda en mi cabeza frases que deseo compartir con todos vosotros.





Cuando se echa de menos a alguien de menos, es un dolor en el alma.
Todos sufrimos en algún momento de nuestras vidas cuando alguien querido se va.
Pero uno de los dolores mas fuertes que una puede sentir, es perder a aquel, y en un hombre a aquella, en la cual se deposita ilusiones de compartir una vida juntos, no solo de amor, sino un camino que se espera que sea para toda la vida.





Hay un asesino en serie.
Se llama Amor.
Amor como soy yo.

Me considero asesina cuando me enamoro, cuando no consigo al hombre deseado.

Rabia, frustración se ligan, se fusionan con ese sentimiento llamado Amor.
Ese no sentir sus besos, no tocar su piel, no beber de su mirada hace que en mi cabeza surgen los peores instintos.





Ven cuando empiece el frío.
Tu calor es mi vida.

Las noches se alargan y el gélido aliento de la noche, me atrapa en sus garras.
Ven con tu piel cálida, se mi protector.
Cúbreme con delicias y ardor.








Soy una mujer como las que hay por la calle.
No soy mejor ni peor.
Soy,

Mírame, soy yo.

Más allá de los sueños y de la realidad.
Soy yo, simplemente.
Tal vez, un recuerdo tuyo.








Me amo como se quiere a ciertos amores.
A la antigua, con el alma y sin mirar atrás.


A veces hay que mirarse una y quererse.

Mimarse y cuidarse.
Es fundamental!
Ámate, ámame!








Te haré una pregunta.
¿En qué piensa una princesa?
¿En ropa? ¿en regalos?
¿En encontrar al príncipe azul?

Seguro que soy egoísta, glamurosa, malcriada y todo.
Pero un corazón late debajo de mi piel.







¡Maldita sea! 
Deseo que sus labios hurguen mis rincones prohibidos.
Que sus dedos deshagan mi pelo y su piel arrase mi cama...

Cuando el fuego arde en dos personas, la pasión es inevitable.
La locura se desata y ya no hay rincones del cuerpo prohibidas.






Lo mejor que he leído en mi vida, es tu vida

Todos tenemos una historia. Sombras y luces en nuestras vidas. Risas y lágrimas. Días de soledad y de multitudes. Siempre el mejor libro es una persona, un libro que, a lo mejor, podemos escribir un capítulo en su vida. Hazlo bien!








Heme aquí buscando las respuestas en mi corona.

Todas queremos ser glamurosas, tenemos que serlo.

Somos princesas de nuestros propios cuentos.
Alejémonos de la rutina y miremos aquello que más brilla en nuestra vida y seamos lo mejor para una misma. Princesas!!! 











Yo no soy nada del otro mundo, soy todo de este.

Para ser princesa, hay que tener los pies en la tierra, en la realidad.

La compasión y la comprensión deben ser dos de nuestros ejes fundamentales de nuestra vida.


















miércoles, 27 de febrero de 2019

La Primavera


Ya es finales de febrero y sol radiante pinta de azul el cielo, de marrón la tierra y de verde los campos.
Hace ya cuatro meses que me hablaste por primera vez.
Lo recuerdo perfectamente.
Llovía intensamente ese día, ya ni el paraguas bastaba y el agua anegaba la acera.
Un diluvio, en dos palabras.
Yo me quedé bloqueada en medio del paseo y no se me ocurria dónde refugiarme, el agua ya cubría mis zapatos mojados y sentía los pies en agua.
Creo que fue mi cara de mohín compungida o tal vez te di lastima.
Te acercaste, también con tus deportivas blancas anegadas, y me dijiste ven conmigo.
Apenas mi memoria logra recordar que te mirara y viese tu cara, la niebla de mi cerebro perturbado se fundía con la niebla de la lluvia.
Sentí tu mano en mi brazo, con firmeza guiándome a no sé dónde.
Tus palabras se desvanecían en mi profundidad y me dejé llevar.
Fuimos a una entrada de un bloque del centro antiguo, golpeabas la puerta y nadie abría.
Cómo un héroe rescatador, abriste de un golpe único de tu hombro la endeble puerta vieja.
El pequeño relleno estaba anegado y empezamos a subir los empinados escalones hacia una penumbra inquietante.
Al llegar al primer descansillo, nos sentamos exhaustos medio mojados con los paraguas formando pequeños arroyos junto con los otros cuatro que salían de nuestros pies y caían por la piedra abajo juntándose con la mansa agua del bajo.
Abajo entraba la luz de la calle, el sonido incesante de la lluvia que no perdía fuerza y que ya cubría el primer escalón.
Nos quedamos mudos y medio jadeando por el esfuerzo.
Nuestras miradas solo miraba el agua arremansada en la entrada, mirando hipnóticamente si aún subiría más.
-Joder, ya se me ha ido los planes a la mierda! Exclamaste medio furioso.
En ese momento volví en mí y te miré por primera vez.
Y no supe si decirte algo.
También los míos se habían ido al carajo.
Miré mi bolso y comprobé estupefacta que tenía todas las cosas mojadas dentro.
Saqué el móvil y comprobé si funcionaba.
Nada, no se encendió.
Entonces me puse a llorar.

Desde entonces, no dejaste de abrazarme.
Pasaste de amarme a olvidarme.
De ser un todo a ser la nada.
Así como llegaste, te has ido.
De llenarme a dejarme vacía.

Después de fiestas del año nuevo, te pregunté si me querías.
Cómo una niña pequeña, desea saber si tiene el amor de su madre o de su padre.
Aquellas palabras las dijiste, a golpe de mis latidos, que grabaste a fuego en mis entrañas:

-Esperaré a que la primavera despierte a las flores para decirte te quiero.

Y porque confiaba en tu mirada, no dije nada.
Cada día en ti, era un sueño.
Cada noche rezaba para que nunca acabara.
Cada suspiro, un recuerdo.
Cada jadeo estallaba el universo.

Y un día no volviste.
Y la primavera se acerca, y mi locura se acrecienta.
Miro tus cosas preguntándoles dónde estás.
Tú número ya no existe.
Tú familia no existe.
Tú vida no existe.
Cuál fantasma de mi imaginación que llegó a mi alma.
Aquellos que nos vieron, juran que eras real.
Éramos reales.
Pero que pasó?

Aquella última noche, la pasión nos cubrió.
El mar de tu piel inmenso y cálido, es lo que quise acariciar, besar, adorar.
Idolatraba tus labios, la forma de tu cuello, las redondeces de tus hombros, la anchura de tu pecho.
Saborear tus labios y mirar esos bellos ojos que daban luz a mi oscuridad.
Explorar los recovecos de tu cuerpo y llegar a tu centro de placer.
Allí ya no era yo, era una pulsión eterna de deseo y pasión.
Solo sentía la necesidad de una conexión que me desgarraba por dentro, dejándote entrar en mí y explotar mis nervios y mi amor.
Sabíamos danzar para alcanzar el mayor éxtasis de placer, cerrar los ojos y el mundo no existía.
Éramos tú y yo, tú cuerpo y el mío, tu alma y mi alma fusionada en el infinito de minutos placenteros.
Mirar, tocar, oír, oler, sentir, ver...
Era la plenitud de los sentidos y de los instintos.

Amo a un hombre.
Y se fue.
Amo a un hombre.
Y solo oigo silencio.

La alegría ya no vive en mí.
Te la llevaste a escondidas, como un ladrón.

Sabes, que aún eres importante, qué tu indiferencia duele.
Eres esa sutil daga que escarba hasta lo más profundo de mi alma.
Eres el silencio profundo del espacio que hiere mis sentidos.
Ni una sola palabra para demostrar lo vacío que se ha vuelto tu existencia, sin pasado y sin futuro.
Yo ya no tengo presente.
A veces pienso que quien regresa ya no es la misma persona que una echaba de menos.
Pasan los días y el sol brilla más, y las cortinas se abren menos.
Mis sueños se derraman, como espejos rotos.
Yacen esparcidos en el piso, sin la esperanza de ser ni tan siquiera vencidos por una mala explicación.

Deseo ir al mar.
Cojo un gran bolso y pongo dentro lo imprescindible.
El auto aparcado a metros, es la angustia de no saber si llegaré.
No sé dónde ir, solo un sitio con agua cristalina.
Recuerdo un sitio que fuimos y qué reímos mucho.
Conduzco como una autómata y al aparcar, apenas recuerdo el camino.
Qué más da!
Salgo, cojo el bolso y voy corriendo, por si te encuentro.
La playa vacía, las rocas vacías.
Miro como rompe el agua en las rocas, el dolor rompe en mi.
Me descalzó y al lado de los zapatos dejo todo, hasta la consciencia.

Empiezo a caminar, las puntiagudas rocas hieren mis pies.
Apenas he caminado cinco pasos, y siento las agujas atravesándome la piel.
Ya no intento esquivar nada.
Me dejo llevar, ciega hasta la espuma blanca.
Gruesas gotas de sangre salen en cada paso, es tal el suplicio que ya no importa.
Por lo menos tú recuerdo duele menos y lo físico más.
Lo lacerante se funde con la locura y el mundo se disuelve.
Llego a la orilla, dónde las agujas de roca son más afiladas y ensartan mis pies, cómo una crucificada en vida.

Amo a un hombre.
Y es mi locura.
Amo a un hombre.
Y ya no soy.

No recuerdo cómo volví.
Empecé a sentir el agua salada que bebía mi sangre y escocía la piel.
Cada embestida líquida era un escozor infernal en la carne viva.
Oía voces, pero yo lloraba de rabia y dolor.
Me encontré en la arena con personas al mi alrededor y allí mi mente desconectó.
Cuando volví en mí, en el hospital, los rostros de la familia eran máscaras de preocupación.
En una semana no pude ni tocar el suelo.
Allí, tendida en la cama, te dije adiós.
Mirando ese trozo de paisaje inamovible, te deje ir de entre mis manos, cómo los granos de la arena que se escurren sin poderlas retener.

Amo a un hombre.
Y amanece cada día.
Amo a un hombre.
Y con él la vida ha llegado.

Con la tristeza de mi alma, empecé a dejarte ir.
Mi abatido corazón empieza a alegrarse.
Escribo estas líneas pensando que los días pasan y hay más.
Lo roto se arregla, después de ti, sigue la vida, las lágrimas que de mi alma
brotan, ya se han secado.

Plasmo la hiel de tus besos en los lienzos de mis noches.
La musica de mi melancolía, se fusiona con las notas de mis canciones, que entre mis frágiles latidos marca un latido diferente.
Ya no se desborda la noche y día.
La frontera la he puesto yo.
Me he vuelto a poner la armadura, la que tú me quitaste con tu mirada, con tu presencia, con tu voz.
Las mariposas se han convertido en tigres que hacen trizas tu memoria.
Te perdiste mi amor, y ya no tendrás más.
No supiste amarme.

Ya es 20 de marzo, un miércoles más, pero no para mí.
Sigo recuperándome de mis pies heridos.
Hoy hace un día fantástico!
Deseo salir.
Hay un gran parque cerca de casa, de verde y mullido cesped.
Será agradable, será fantástico ver el cielo azul, todo verde y las flores.
Hoy es primavera, pero ya no importa.

Amanecí entre tus brazos sintiendo que te irías.
Pero nunca pensé que no volverías.
Ya llega la primavera y sus flores nacen de mis lágrimas y de mis oraciones.

Allí voy, a ver a las personas vivir, reír y amar.
Al principio, dolía esas parejas cogidas de la mano sintiendo la mía vacía.
Ahora sonrío, ya llegará el tiempo que sentirá otra piel, otro amor.
Todo es cíclico, como las estaciones.
Llegué pronto, busqué mi sitio favorito, en una pequeña loma llena de césped que hoy habían recortado muy temprano y exhalaba un olor a hierba muy fragante, un perfume delicioso de vida.
Cerca había unos imponentes pinos, sí el sol fuera fuerte es un refugio sombreado.
Allí me tiré, sin toalla ni pañuelo grande.
Deseaba sentir ese contacto suave y esponjoso.
Un colchón donde me adormecía suavemente donde el murmullo de la gente y de los juegos de los pequeños era una canción de cuna.
Me descalcé, las zapatillas de lona blanca dejaron unos pies llenos de cicatrices, algunas todavía dolorosas, pero había que ser valiente.
Solo dejarlos al aire, nada de caminar.
Estando un par de horas, algo se oscureció tras las gafas de sol.
Me incorporo y veo que negras nubes habían avanzado desde el norte.
Ni me había fijado.
No sé fueron estos pensamientos del todo, cuando enormes goterones de agua, empezaron a caer del cielo oscuro.
Me levanté, y mis pies se quejaron.
Intenté ponerme las zapatillas deprisa pero ya estaba toda mojada y no atinaba.
Miré a todo lados y estaba sola bajo el aguacero.
Allí, de pie, toda calada, con una zapatilla en la mano, descalza siento el agua que corría por mis pies.
La lluvia desdibujada el paisaje.
De ser de colores, era algo gris sucio y algo en mi memoria se descolgó.
Siento algo detrás de mí, una presencia y mi corazón rompe a correr.
Me giró y ahí estás.
Empapado, cómo yo.
Los mismos ojos, los mismos labios, ese pelo lacio por la lluvia.
Todo él.
Al principio, el amor y la alegría empezaron a aflorar en mi pecho, pero ni un pensamiento concebido dura más que que un sentimiento.
Ese amor por odio, esa alegría por rabia.
-Estoy aquí.
-Para qué.
-Te lo dije. Esperaré a que la primavera despierte a las flores para decirte te quiero.
-Ya estamos en la Primavera. Qué pasó?
Él rehuyó mi mirada y mi pregunta.
-Te amaba de lejos. Quise ser parte de ti, pero mi pasado pesaba para mí. No te merecía ni te sigo mereciendo.
-Eso tenía que decirlo yo.
-Sí, pero todo se fue complicando.
Solo nuestras miradas se tocaban.
Tiembla mi cuerpo, cómo sí el frío del invierno se hubiera vuelto a condensar en mí.
-Te fuiste y me dejaste sin ti. Sin una palabra, ni un adiós, ni un volveré.
-Fui un cobarde. Ven, está lloviendo.

Me vuelve a coger como aquella primera vez.
Suavemente pero firme.
Nos encaminamos hacia los árboles bajo la lluvia.
Mis pies se resienten de las heridas y es un recordatorio de un sufrimiento, un infierno.
Llegamos y el suelo está casi seco, solo gotas aisladas caen sobre nosotros.
Él no deja de mirarme, de suplicarme.
Pero yo me rompí hace mucho.
-Necesito tu perdón. Soy el culpable de tu sufrimiento.
En mi boca solo hay fuego esperando salir a borbotones, pero empezó a salir el sol, las nubes se abrían y la lluvia se retiraban.
Un cielo inmensamente azul aparecía, las flores se abrían con joyas cristalinas en sus pétalos que brillaban bajos los cálidos rayos.
Ambos mirábamos el espectácular cambio.
Lo miro, desvalido y avergonzado, con las palmas abiertas hacia arriba pidiendo clemencia.
-Esperaste a la Primavera para decirme que me amas, yo ya te lo dije de muchas maneras. La Primavera se lleva el frío y trae la vida. Tú te llevaste mi luz y me trajiste la oscuridad.
Ahora ha vuelto la claridad y la risa a mi vida.
Te quisiste ir, yo no te pedí volver.
Yo ya no miro atrás ni para saludar.
Ves, dónde están mis zapatillas?
Ese es mi camino, no el tuyo.
Aléjate, fuiste lo más quise.
Ya no.

Así, sin mediar más palabras, empiezo a caminar.
Algunas heridas se han abierto y dejan rosas rojas en el césped.
Ya no importa el dolor, importa que la vida es para vivirla, sola, si así lo impone el destino.

******
Llena mi vida 
recuerdos insondables, 
que llevo anclados en mi piel.
Tengo sed de tus besos, 
hambre de tu amor, 
nostalgia de tu risa.
Ámame como amo yo, 
dónde el viento son acordes 
y la luna los suspiros.
Nuca se termina, siempre es un comienzo.
La vida y el amor tiene su invierno 
pero también su primavera.

domingo, 24 de febrero de 2019

Aunque seas mío.


Tengo lágrimas que no se las lleva el viento.
Se han quedado a vivir en mis ojos abiertos.
Y hacen que el amor disminuya el frío ocupe el calor de tu amor.
Mis brazos vuelven a estar vacíos, sin piel que abrazar y sentir.
Las lágrimas superan las risas.
El vacío supera cualquier presencia tuya.
La espera es interminable aunque estés conmigo.
Estás ahí, pero no en mí.
Estás aquí, pero no en el ahora.
La tristeza se ha posado y el fuego se apaga.
Y no sé qué hacer para que sepas que te quiero y te espero.
Pronto llegará la primavera y te perderé.
Las flores llenarán tus pisadas, y la brisa ocultará tu fragancia.
Me siento muerta en vida.
Herida sin puñalada.
Confusa sin torbellino.
No sé cómo amarte si no hablas conmigo.
Y los días pasan y mis esperanzas se desvanecen.
Te doy por perdido aunque seas mío.
Besos furtivos consuelan mis anhelos.
Droga de la que quiero más.

Sueño Contigo



Sueño que vivo sin ti
y muero contigo.
Sueño poesías encarnadas
y amores latentes en el alma.
Sueño con caricias ardientes
y el fuego de tu piel.
Sueño con tu cercanía
y el grave de tu voz.
Sueño con tu fuerza en mis manos
y la dulzura de tus besos.
Sueño con tus abrazos
y el reclinarme en tu hombro.
Sueño con entrelazar nuestros dedos
y el palpitar furioso de mi corazón.
Sueño con estar contigo
y las lágrimas surcan mi rostro.
Sueño con tu amor
y yo siento la lejanía de tu cuerpo.
Sueño que me duele este amor
y la espera de tus palabras.
Sueño que junto a ti soy feliz
y en tú pecho la serenidad encuentro.
Sueño que yo seré lo que tú quieras,
si tú eres lo que yo deseo.
Sueño en dar mil vidas
por un día completo junto ti
y sentirte dentro de mí.
Sueño, simplemente sueño ser feliz.