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viernes, 13 de enero de 2023

El cielo es mi libertad


El cielo es mi lugar de vuelo,
en él me siento libre y sin miedo.
Volar entre las nubes de algodón
es mi sueño de libertad sin fin.

Saltar entre los cielos azules
y sentir la suave brisa en mi rostro.
Dejar atrás la pesada carga
y alegrarme con la luz del sol.

Aunque el vuelo es corto,
el mágico mundo de la nube
es un lugar de felicidad
que me recuerda a la libertad.

Lola


Un día, una pequeña gaviota llamada Lola decidió explorar más allá de su costa preferida. Después de varios días de viaje, Lola finalmente llegó a una isla. La isla era completamente desconocida para ella, así que se quedó un poco asustada.

Lola comenzó a volar alrededor de la isla para explorarla. Vio una playa con arena blanca y agua turquesa, un bosque tropical lleno de exóticas aves de colores, un volcán que se elevaba por encima de todo y una gran cascada que caía desde la cima de la montaña.

Mientras volaba, Lola se dio cuenta de que la isla estaba llena de maravillas. Pero también vio algo que la asustó. La isla estaba llena de basura y desperdicios. Lola sabía que tenía que llamar a otras para limpiarla. Así que, volvió a remontar el vuelo y empezó a chillar y chillar volando en círculos alrededor de la isla.

Poco a poco, vinieron otras gaviotas y empezaron con ella a dar vueltas, unas venían por el griterío de esta gaviota tan peculiar, otras porque no tenían mucho que hacer. Y cuando fueron unas cuantas, cientos de ellas, empezaron a descender para coger cada una algo de basura. 

Antes, la gaviota Lola, había encontrado un agujero en la roca a los pies de los volcanes de la isla, allí fueron depositando los restos. Iban y volvían una y otra vez, se turnaban para descansar, beber y comer, y una vez repuestas, reemplazaban a sus compañeras.

Estuvieron así hasta que el sol empezó a declinar por el mar en oeste. La noche ya avanzaba por el este y todas se reunieron en las playas para descansar. Dos días tardaron en dejar la isla limpia y hermosa.

Lola les dió las gracias a todas. Unas volvieron a su casa al otro lado del mar, otras se quedaron en la otra parte de la isla, y algunas se quedaron con Lola. Estaba muy cansada pero feliz. La noche del segundo día fue cálida y muy tranquila. En un momento de la noche, la pequeña Lola abrió los ojos y vio un firmamento lleno de estrellas, tan brillantes que apenas parecía que era de noche. Y se volvió a dormir.

A la mañana siguiente nada más abrir los ojos, levantó el vuelo, fue al mar y con un poco de esfuerzo, capturó algunos peces. Hoy descansaría, pero no si antes dar una vuelta por su isla. Despegó del mar en un batir de alas y la gran Lola inició su travesía por toda la isla.

Quedó maravillada! Cada rincón estaba impoluto y toda la isla brillaba como una joya de muchos colores dándole las gracias por su esfuerzo y la de sus hermanas voladoras. Planeó por el agujero que habían echado toda la basura y vio que había habido un derrumbe y mucha tierra los había sepultado. Sabia la madre Tierra.

Estaba feliz, muy feliz! Habían hecho un gran trabajo y se sentía recompensada. Al volver a su playa las demás estaban reposando o limpiándose o se habían ido a comer. Y al verlas tan tranquilas y felices, decidió que sería la isla de las Gaviotas. Fue a comunicarlo y todas dijeron que sí. Y un gran graznido se elevó en el aire de la isla para así hacerla suya.

Cada día, al amanecer y al atardecer, todas daban unas vueltas a la isla como un ritual de posesión y de agradecimiento. Y fue así como las gaviotas tiene su santuario. Algunas se van otras vienen para quedarse, siempre hay movimiento, pero Lola era la única que no se había movido de la isla.

Para qué? Pensaba Lola. Aquí lo tengo todo.
Es mi hogar y el hogar de las mías.
Y así fueron pasando los días, días soleados, días lluviosos, días de vientos, días de nubes, días de olas, días de pescado, días de hambre. Y un día Lola no se despertó.

Otras al verla supieron que sus días se habían agotado, y sin pensar varias de ellas se internaron en el interior de la isla en busca de largas hojas que con paciencia pudieron tejer hicieron una hermosa tela verde dónde pusieron a Lola y entre cuatro gaviotas fuertes, cogiendo de las cuatros puntas de la tela, volaron hasta un campo de hierba y flores que le gustaba a Lola.

Allí bajaron y con mucho cuidado una por una pasaron la tela por encima tapándola. Y ahí estaba, envuelta en un sudario hecho por sus compañeras y compañeros, en un sitio de paz y belleza, oculta de todos y de todo.

Cuenta la leyenda que los árboles lloraban por tan hermoso espectaculo de amor y compasión hacia Lola. Por eso se juntaron tanto que apenas dejaban pasar al viento, para que ninguna alimaña la encontrara. Que su descanso sea eterno, ella que había hecho tanto por mantener la isla tan hermosa después de limpiarla.
Y al hacerla suya, la había protegido de los humanos que eran los verdaderos monstruos.
La isla agradeciendo la gran voluntad de su amiga, se envolvió en un tul de niebla para que jamás sus playas fueran pisoteadas por extraños, que solamente fuera viable ir por el aire, así solo las aves serian bienvenidas.

Dicen los marineros que en algunos días del años, por poco tiempo, cuando el viento sopla tan fuerte puede abrir ese tul de niebla y ver esa isla. 
Dicen los marineros que la han visto desde lejos, que es de una belleza cegadora, un paraíso en la tierra, una joya con facetas esmeraldas, rubíes y diamantes.
Dicen que sus ojos jamás han visto nada igual.
Y a ti, no te gustaría tener una isla así en la Tierra?

jueves, 12 de enero de 2023

El lado oscuro


Oscuridad, muerte y sacrificio
son los que gobiernan el mundo entero,
un destino trágico es el que dicta el destino
de aquellos que no tienen control.

No hay luz en medio de la noche,
ni alivio de los dolores de la vida,
solo el mortal abrazo de la muerte
que deja a todos en la oscuridad.

En el sacrificio hay una esperanza,
de una vida mejor después de la muerte,
pero la oscuridad nos rodea
y nos recuerda que todo es temporal.

No hay una salida a este oscuro destino,
solo el sacrificio de uno mismo,
dejar a un lado toda la oscuridad
y dejar que la luz guíe el camino.