Llevo en mi piel el tatuaje
vivo de tus quereres.
Esos claveles hechos
fuego y sangre,
lágrimas y desvelos.
Ese dulzor que me amarga
mis amoríos de
desearte de lejos.
Ese dolor de entrañas
que me deja sin aliento
porque no estás en
mis brazos ni en mi pecho.
Desvelos al alba,
confundidos con la negrura
de una noche sin fin.
En donde tus caricias ausentes
me matan el alma
y me arrojan al infierno
de los desamores.
Saetas que cruzan mi cuerpo
deseoso de placeres
que solo en mi imaginación
cobran vida y muerte.
Dame tu vida, dame mi vida.
Quédate con los despojos
de las dudas y
el advenimiento de la despedida.
Cuatro paredes no necesito para respirar.
Cuatro cielos para llenar mis pulmones del aire de tu boca,
y la luz para llenar mis oscuridades.
Soy egoísta, soy indomable, soy una mendiga de la vida y sus nobles pasiones.
No me ates si me necesitas,
ámame antes.
Recuerda que mi sangre es como tú sangre.
Roja, reventona cual clavel en tus labios.
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