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jueves, 18 de mayo de 2017

Lleno de luz

Seguimos confundiendo desear con poder, sentir con temer, volar con caer y querer con tener.
Y por eso no tenemos.
Por eso no te tengo.
Ando descalza por la casa, mis pies sienten el frescor de las baldosas.
El frío se resiste a irse, y cada pisada, es un escalofrío.
La brisa mueve lánguidamente los visillos de las ventanas, y el aire huele al verano que se aproxima.
Todo lleno de luz.
El sol es espléndido en el mes por excelencia de la primavera, mayo donde huele al geranio y a las hortensias.
Voy hacía el cristal del mirador, y pego mi boca.
Le doy un beso a la mañana y saboreo su adictivo sabor a versos prófugos.
Imposible olvidar lo que un día fue y jamás volverá.
Encuéntrame en los versos que ya no no escribo en las noches solitarias, donde mi alma solía dormir tranquilamente.
Mucha tinta para tan poco amor. Roja como la sangre.
Mucha tinta para tan poco valor. Negra de la cobardía.
Mucha tinta para tan poco goce. Azul de la inmensidad.
Me he querido dejar crecer las ganas de olvidarte como mi pelo, que acaricio constantemente, pero los recuerdos siguen atados a ti.
Atada como esposas que se clavan en mi piel, como cadenas arrastradas por mis tobillos.
Yo, lava ardiente, calor primigenio, inundando mis entrañas por desearte siempre, por olvidarte continuamente.
Goce infinito de caricias que estremecen cada poro, y la sudor del cuerpo exhala tu perfume.
De exquisitas sensaciones... ya no vivo, ni sueño.
Voy a la butaca corriendo, me siento y con el cojín, me tapo el alma.
Soy el huracán, aquel que tenía mi nombre, que envuelve mi esencia.
La tormenta que enloquece mis llantos y nubla mis sentidos,
como lluvia mojaré esos cuerpos del recuerdo.
Con mi amor vestiré de deseo nuevos ojos y nuevas miradas, apartando la tuya.
El silencio me abraza recordando
cuanto nos queriamos, la distancia  se convierte en una aliada para buscarte y pisar tus huellas con cualquier pretexto.
Mucho o poco, una hora o un segundo, un eón o un siglo, me da igual la cantidad o el tiempo yo solo quiero que estés a mi lado,
no me importa nada más.
Y mi cabeza estalla, pensando como atraerte a mí.
Si vuelves, mírame, empieza a leerme, léeme la vida, el cuerpo, el alma, hazlo en braille y con tus labios y con tus dedos.
Todo eso, magia pura que tenga que ver contigo me alegra, hasta la nostalgia de eso que no fue, y no sé si será.
Al final, gana quien se levanta todas las mañanas, de esas sabanas tibias y crujientes que envuelve la piel, para hacer frente a la vida, con lágrimas en el corazón regálame siempre una sonrisa.
Y tengo celos, hasta del silencio que se refugia en tu boca, y en otros labios, en otras miradas, en otros éxtasis.
Y acabo en la ducha, mojando mis ganas de ir a la calle, y patear las piedras buscándote.
De gritar tu nombre y tu ausencia.
Esa agua corre por mi cuerpo como lágrimas de rabia porque te di todo y tú nada.
Solo soledad, solo días llenos de ausencias y noches de insomnios.
Demonios y ángeles luchan entre los rizos mojados de mis ansias.
Vete lejos, llévate mis recuerdos y tus palabras vacías.

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