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domingo, 9 de julio de 2017

La Pasión.

Anoche me desperté de madrugada
Una sensación recorría mi cuerpo.
Sería la calor, estaba empapada en sudor.
No llevaba nada, y ya que entraba una brisa fresca, me puse una camiseta de tirantes de él.
Son grandes y me cubren como sus abrazos.
Huelen a suavizante y a su colonia.
Así salgo a la terraza y me recuesto en una gran hamaca azul.
Cierro los ojos y la brisa empieza a atenuar el calor de mi cuerpo.
La somnolencia acude rauda y deseo dormir tan frescamente.
Apenas un hilo de consciencia hace que no caiga definitivamente en el dulce sueño.
Mi cabeza empieza a pensar que estoy sola.
Mis manos acaban pronto con los límites de la hamaca y le echo de menos.
Al final, abro los ojos y contemplo el cielo.
No hay estrellas, está nublado, por eso el bochorno.
Las cigarras no paran de cantar, y lejanos ladridos, tañen la noche con su quejumbrosas voces.
Siento la humedad pegajosa en mi piel, la sequedad de mis labios que hace que pase mi lengua por ellos, humedeciéndolos suavemente.
La brisa cosquillea mi piel como miles de caricias.
Y una inefable sensación empieza por entre mis piernas, recorriendo mis entrañas, posándose en mis pechos haciendo que mis pezones se pongan duros y grandes.
Me gusta acariciarlos, son tan sensibles y placenteros.
En mi mente comienza imagenes de placeres, y mi cuerpo se humedece sin tener ya control sobre él.
Necesito otras manos, otros labios que alivie este intenso palpitar de mi corazón y de mi sexo.
Me levanto hacía la habitación, y por el camino me quito la camiseta, dejando todo mi cuerpo al descubierto.
Entro en la habitación y le miro con pasión, con codicia.
Está boca abajo, plácidamente dormido ajeno a mi hirviente instinto.
Subo a la cama, encima de él, y le comienzo a besar el final de la espalda, mis labios se recrean en su piel con besos largos, con mi lengua lamiéndole poco a poco.
Mis pechos ya han contactado con su espalda y siento que él comienza a despertar.
Sigo subiendo, haciendo cada caricia intensa, que mis labios impregne de amor y sensualidad en cada centímetro de su piel.
Noto sus músculos tensándose, estremeciéndose.
Algún gemido ya sale de su boca, y su sexo ya está duro.
Llego a su nuca, donde mi aliento le hace gemir, con mi cuerpo encima del suyo, no permito que tome el control.
Es mío.
No hay palabras, solo respiraciones y gemidos.
Me apropio de un lóbulo suyo, el cual es capturado por mis labios, succionándolo
Él ya no puede más, y con un giro apresurado, hace que caiga a su lado.
Nos miramos, veo en sus ojos brillantes, el deseo.
Nos besamos, largos, profundos, devorándonos, guiándo nuestras lenguas hasta lo mas profundo de nuestro ser.
Nuestras manos van acariciando el cuerpo del otro.
No importa mirar, ellas saben donde tocar, donde apretar, donde estar.
Noto su mano grande en mi clítoris tocando la pequeña protuberancia dura como la suya.
Mi cuerpo empieza a estremecerse, a pedir más, mientras mis caderas empiezan un baile rítmico que ya sabe los pasos.
Mi mano, abraza el contorno de su miembro, que alcanza su máxima dureza y grosor. Voy arriba y abajo, buscando con las yemas de mis dedos, cada pliegue, cada surco para darle placer.
No lo dudo.
Me deshago de su boca para besar con avaricia esa piel suave y tensa.
Las delicias estallan en mi boca y en mi mente, su placer me pertenece.
Mi lengua saborea sus contornos mientras está dentro de mis labios, humedezco con mi saliva esa piel delicada, que aunque es su placer también es el mío
Lo oigo jadear, acariciando mi pelo, pidiendo que siga, que goza.
Y yo sigo sin ningún pudor.
Después de unos minutos, me incorporo y nos miramos, ha llegado el momento.
Paso una pierna sobre él, cojo su erección y, sin dejar de mirarlo, hago en entre en mí.
Lo noto en la entrada oscura y húmeda. Hay una resistencia que con un golpe de mis caderas, hace que entre fuerte y decidido, arrancando notas altas de gemidos y suspiros.
Comienzo el baile del amor acompasado de sus manos en mis glúteos, marcando el frenesí interno de los dos.
Ya no hay ni día ni noche, ni mundo ni entorno.
Nuestra mente solo está en sentir, en la niebla del contacto electrizante del otro.
Él se incorpora, sin dejar de moverse, para hundir su cara en mis pechos y su lengua ensarta mis pezones.
La locura se apodera de mi razón, solo soy placer en estado puro mientras grito con los ojos cerrados dejándome arrastrar al pozo de la lujuria.
La calor y la humedad hace que brote la sudor de nuestros cuerpos, sintiéndonos resbaladizo en el amor.
Lubricados en cuerpo y mente, deseando la fusión perfecta.
Nuestro ritmo se acelera, las respiraciones se hacen rápidas, la ola crece en mí y siento la suya.
No hay vuelta atrás.
Ya llega! Grito sintiendo los espamos internos del éxtasis, el orgasmo vital que me recorre por dentro y gimo de satisfacción.
Él sigue, haciendo crecer oleadas de placer que rompen en mi vientre.
Y llega la suya.
Siento como se estremece y un calor húmedo se irradia dentro de mí.
Me aferra con fuerza, estamos al borde del desmayo.
Caemos a un lado, todavía abrazados, todavía unidos, sin hablar, recuperando la respiración y la vida que casi se nos escapa.
Abro los ojos y le veo.
Su pelo empapado, las gotas de sudor surcando su cara y su cuerpo, así también está el mío.
Abre los ojos y sonríe. No deshace el abrazo.
Volvemos a besarnos, ahora con ternura, son besos desgastados.
Deshacemos el nudo de los cuerpos, él se va al baño y yo me quedo respirando el aire viciado.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Joder, estoy en la piscina. ....ahora me toca esperar un rato antes de bañarme

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