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domingo, 30 de julio de 2017

Un libro.

Puro vivir, pura ensoñación
son mis mares interiores.
Surco la tierra con quejidos,
agrietando la reseca
tierra de mis pesares.
Puro vivir en el aire de tus letras,
En el silencio de tus párrafos
y en los números de tus páginas.

Cobijarme entre mis versos
y sentir tu presencia
en el prólogo y el epílogo.
Nadar entre capítulos
de palabras insondables.
Caerme en esos puntos aparte
y descansar en las comas
de tus andares.

Nada atrae más a la noche
que oscuros personajes nacidos
de mis delirios.
Que la luna despilfarrando
mayúsculas y minúsculas.
Sus rayos de plata,
pintan versículos
en negrita plateada.

Voy enhebrando sonatas,
poemas y prosa,
con las capitales destacadas,
sacando folios
de una imaginación
enclaustrada por la portada y contraportada.

Almas errantes que viven
entre la cursiva y las fuentes,
consagraron un pasado irrevocable.
Plenas de belleza poética,
sigo amando en gerundios
y en un pasado imperfecto,
mucho más que el ayer.

Vivo de espejismos,
de tinta negra en fondo blanco
conformando un fuego abrasador
que me delata las ganas
de morirme por ti.
De tu esencia reflejada en
tu ausencia, gano puntos y comas,
y entre paréntesis de distancias,
someto las nostalgias
sin una huella que seguir.

Cierro el libro.
Pero aún quedan hojas
sueltas por escribir.


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