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lunes, 19 de junio de 2017

Tic, tac, tic, tac. Segunda parte.

Ella aferró el reloj con sus dos manos, implorando que se detuviera...

Ella deambulaba por el parque central de la ciudad.
Se había puesto un ligero vestido, había ido a la peluquería y se maquilló suavemente, dando más importancia a sus labios con un toque coral.
Lucia muy bella en sus sandalias blancas y el vestido del mismo color.
El estar ahí no era fruto del azar, sabía donde volverse a encontrarse con él, donde empezaría todo.
No lo había vuelto a ver desde el encuentro en la cafetería .
Al despertar, encima de su colcha, se acordó de que no pagó su bebida.
Al día siguiente, salió por la tarde de su casa, pues trabajaba en ella con su ordenador, y fue a la cafetería.
Se disculpó con el dueño, y este le dijo que el hombre lo había pagado.
Ella ya lo sabía, pero por lo menos daba la cara.
No sintió la tentación de quedarse, no irían más por allí.
Así que volvió presta a su piso y sin incidentes.
Ella sabía...
Javier estaba cansado, la camisa del trabajo de manga corta y el pantalon no hacia mas que darle un calor horrible.
Era técnico de comunicación y arreglaba las lineas de una empresa de comunicaciones.
Estaba harto, no era de trabajos físicos, y eso que iba al gimnasio.
El era de pasarse horas en el ordenador, había estudiado para desentrañar Internet, crear software y muchas cosas más, no para pasarse a poner ADSL ni Wi-Fi ni cortar cables.
Pero de momento no había otra cosa.
Había terminado el último servicio y ya solo tenía que devolver el coche de la empresa. Había acabado su jornada.
Se sentía en el fondo molesto y no sabía el porqué.
Tonterías, vio el parque y sabía que había un pequeño lago artificial.
Haría un descanso antes de irse.
Entró por unas de las puertas y se dirigió hacia el líquido elemento.
Era ya una estación donde se agradecía pasear por las grandes sombras de los árboles, que se habían ideado de estar bastante juntos para dar un fresco ambiente.
Todo muy natural, bancos de madera para los mas ancianos, sendas de tierra para los que corrían, pistas de cemento para los skates y una estrecha serpiente de asfalto para los ciclistas.
Pequeños parques infantiles diseminados en varios puntos y algunas fuentes que era la delicia de los niños y sus globos de agua.
Como ya había estado allí varias veces, sabía donde quería ir, y al girar en un gran pino, ya vio la extensa lengua de agua del pequeño lago.
Y su cara se contrajo por la contrariedad.
Alguien ocupaba su banco favorito.
Una mujer con un vestido blanco, y a él no le apetecía compañía.
En fin, me sentaré en una esquina y ya, pensó con resignación.
A cada paso que daba, su corazón empezó a latir mas profundamente, y ese cambio era porque le sonaba la fisionomía de esa mujer.
Y antes de llegar ya supo quien era.
Llegó cauteloso.
Ella estaba sentada cómodamente y leía en un ebook.
Levantó la cabeza.
!Hola! Puedes sentarte. Le dijo con una amplia sonrisa.
Él estaba entre sorprendido, consternado y unas cuantas sensaciones más, y la mayor de ellas era que parecía esperarlo. !A él!
Estaba cansado y sudado, que mas da!


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