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miércoles, 5 de junio de 2013

¿Qué sería?




¿Qué sería –me pregunto a mí misma- 

de una tierra sin sol, 

de una playa sin olas, 

de una tarde sin sombras, 

de una noche perpetua, 

sin brillar nunca, nunca, ni una estrella?



¿Qué sería de los caminos hechos, 

sin caminantes nuevos?

¿Qué sería del aire, 

si no hubiera ni montañas, 

ni mesetas, ni valles? 

Y ¿qué de los oasis sin arena?



¿Qué sería de una vida sin ti, 

sin esperanza y sin entrega?

¿Qué sería mi vida, la más próxima a mí, 

si tú no me vivieras?

¿Cruzada como está de tantos soles… 

batida, como está, de tantas nieblas, 

bruñida, al fin, de recibir miradas de mi amor, 

miradas buenas?



Bebería en silencio el agua que no suena, 

abriría de par en par los ojos 

hasta quedarme ciega, 

buscaría el misterio de mi ser en el aire, 

en la luz o en las estrellas, 

entraría, sin voz, en esta casa hueca… 

¿Qué sería?



Pero, he aquí que es irreal mi interrogante.

Tú vives junto a mí 

y mitigas mis soles 

y moderas mis sombras 

y compartes las cruces de mis sendas.

Tu vives junto a mí 

y suenan a cascada las aguas 

que, en silencio, manaron en mi tierra.

Tú vives: brilla una luz en mis pupilas tristes.

Tú vives y… yo vivo: ¡vivimos!

¡Mi casa no está hueca!

Recuperando tardes 

y rellenando ausencias, 

recordando recuerdos, 

reincendiando hogueras… 

vivimos los dos juntos, 

en el fondo, sin fondo de mi esencia.

En tu silencio.
María Esperanza Casaus Cascán.

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