Páginas

miércoles, 14 de diciembre de 2016

La exiliada...

Estoy en una cama de hospital.
Mi muerte ya está próxima.
Soy vieja, he vivido mucho.
He reído, he llorado, he amado y hasta he odiado.
Blancas sabanas me rodean, el tubito de mi nariz ya no me incordia, ni la molesta vía.
Ya me da igual. Todo empieza a quedarse atrás.
Ruidos amortiguados por la constante somnolencia de mi cerebro que empieza a despegarse de este mundo, hacen que sienta una placidez que nunca antes he sentido.
Necesito empezar mi viaje, aunque no sepa a dónde.
Nadie me visita ya, para que!?
Mi hija no viene si no la traen, los demás, tienen su vida, cómo yo tuve la mía.
La compasión de sujetar mi mano, no existe.
Y mi amor ya no está.
Mi recuerdo va constantemente hacia él.
Él nunca lo supo los días que estuve junto a su lado, cogiendole su mano y hablandole sin cesar.
Y cuando llego el momento del último estertor, yo le susurraba un te quiero.
Exiliada fui, de su amor, de su mirada, de sus caricias.
Exiliada, por voluntad y decisión propia.
Exiliada, porque en su mente nunca fui la amada.
Lágrimas calientes corren por mi cara recordandolo, a solas.
En mi habitación del hospital, entre mis sabanas blancas y en mi último suspirar...
La exiliada...

No hay comentarios:

Publicar un comentario