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lunes, 8 de agosto de 2016

El reloj.

Ya era la undécima vez que miraba el reloj.
Ella no venía y el segundero no paraba.
El silencioso tic tac, el movimiento rotatorio, le decía que el tiempo no se detenía.
Estaba nervioso, sus manos no paraban, sus ojos giraban con su cabeza intentando adivinar por donde vendría.
Miró el móvil.
Ni un mensaje... Que pasará?
A su derecha venía una chica rubia.
Los ojos de ambos se encontraron y se miraron.
Ella le sonrió con coquetería, sabía de su cuerpo y de su sonrisa.
Y de una forma empática, se la devolvió.
Y no dejo de sonreír hasta que ella se alejó definitivamente.
Al instante, volvió mecánicamente a mirar su reloj.
Su nervios dieron paso a la preocupación.
Que le pasará?
En el móvil llevaba su foto.
Era inconfundible con esos hermosos ojos.
No era guapa, mas bien del montón, pero esa mirada...
Y una lágrima se le escapó.
Nunca le había pasado.
El amor le turbaba, le hacía llorar y le encogía el corazón.
Ni tan siquiera se habían conocido en persona y ya sentía el huracán del amor.
Y si en persona no congeniaban?
Y si ella no era la soñada?
Una llamada entró, le sorprendió que casi estuvo de caersele el móvil en el duro suelo.
Era ella, su corazón se le aceleró.
-Dime! Contestó.
-Aquí estoy.
-Dónde estás?
-Date la vuelta y me verás.
Él se dió la vuelta, y la vio.
El segundero se paró.
El reloj en ese instante murió.

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